viernes , marzo 29 2024

Crítica de Kick-Ass 2: Con un par. La tragedia enmascarada

Kick-Ass 2: Con un par es la prueba de que no es necesario hacer una película crepuscular para sumergirse en las implicaciones trágicas de la presencia de la figura del superhéroe en el mundo, digamos real. En su totalidad, esta secuela es un film sobre las consecuencias de ponerse un disfraz i combatir el crimen, como una versión extendida de la “escalada” que describe Gordon al final de Batman Begins.

Crítica de Kick-Ass 2: Con un par

Lo más atractivo que ofrece Kick-Ass 2: Con un par es la contradicción sobre la que va construyendo a través de sus dos personajes protagonistas, Hit-Girl y Kick-Ass, y su lucha por formar parte de un mundo en el que ambos están fuera de contexto. La superheroína genuina que intenta convertirse en una chica normal sin saber ni lo que significa y el joven con delirios de grandeza -provocados por haber inspirado el heroísmo en la ciudadanía- que quiere volver a las andadas sin comprender el sacrificio que esto supone.

Ambos segmentos tienen un fuerte potencial trágico y una buena carga filosófica inusual – eso sí, escondida entre momentos risibles- para este tipo de película, pero a la postre resulta mucho más interesante la deriva hacia Chicas Malas que protagoniza la imprescindible Chloë Grace Moretz que el sucedáneo de Mystery Men que lidera un Aaron Taylor-Johnson eclipsado por la mayoría de sus compañeros de reparto. En Kick-Ass 2: Con un par, este desequilibrio tan marcado entre la polaridad de los sujetos principales, por mucho que el guión sea redondo y la fidelidad al cómic de Millar y Romita Jr. bastante alta, hace que la película resulte demasiado irregular.

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Seguramente la gran deficiencia de Kick-Ass 2: Con un par es la ausencia de Matthew Vaughn tras la cámara. Jeff Wadlow imprime un alto dinamismo en su forma de rodar, algo que cuadra muy bien con el tipo de película que es Kick-Ass 2, pero carece de la inteligencia y de la personalidad de Vaughn a la hora de colocar el film en un término medio entre el cine de superhéroes y su propia parodia. Una de las claves del enorme éxito de Kick-Ass (aparte del descubrimiento de Chloë Grace Moretz) fue que el humor se utilizaba como objeto de desahogo para una historia esencialmente violenta y, en cambio, en esta secuela se confunden los términos y es una violencia falaz (cromas que cantan, planos cerrados, sangre digital) la que le da un punto de fuga gamberra a una comedia mal entendida.

De todas formas, Kick-Ass 2: Con un par es una secuela más que justificada por dos razones. La primera es que la grata sorpresa que fue la primera entrega hizo que muchos fans quieran seguir viendo estos personajes a pesar de que no haya mucho que descubrir sobre ellos; mientras que la segunda es precisamente que estos personajes son muy, muy buenos. Hit-Girl al margen, el grupo de marginados liderado por el Capitán Barras y Estrellas (una caricatura del Castigador encarnada por Jim Carrey) o la génesis de un villano tan esperpéntico como el Hijoputa (cruce entre el fantasma del Paraíso de De Palma y Lex Luthor) prácticamente valen su propia película, de modo que mientras Chloë Grace Moretz siga disponible seguro habrá más entregas porque lo más difícil, ganarse el corazón del público, ya lo consiguieron a la primera.

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Una crítica de cine de Gerard Fossas (@LeFossas).

Acerca de Gerard Fossas

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