Crítica de Selma. Una historia intensa y profunda

La historia es intensa y profunda, pero el relato es lento y se hace un tanto reiterativo y además la interpretación principal resulta líneal, no transmite.

Crítica de Selma.

Los hechos reales son caldo de cultivo para guiones cinematográficos, el personaje de Martin Luther King, así como muchos otros que han luchado por las libertades individuales o colectivas del ser humano, es el que da vida al personaje principal de Selma de la mano de la directora Ava Duvernay. La cinta tiene dos Nominaciones en los Premios Óscars incluyendo mejor película.

Martin Luther King tiene un nuevo objetivo como activista luchando por los derechos por la igualdad, quiere conseguir que el voto negro sea un hecho después de estar aprobado en Alabama, y para ello en 1965 se centra en el pueblo de Selma, para desde allí hacer una marcha a Montgomery reclamando todos sus derechos al presidente Johnson.

Nadie va a dudar que Selma conmueva, pues los hechos que en ella se recrean no son para menos, pero hay algo que me parece innecesario, incidir en repetidas ocasiones en el morbo de buscar las imágenes con agresiones y recrearse en ellas para que el espectador se encoja en su butaca.

Esto hecho hace además reiterativa la cinta, y parece que solo me quieren mostrar la violencia que hubo en esas reivindicaciones más allá de mostrar la búsqueda que había de fondo, lo que consiguieron y la parte personal que se quedó por el camino, pues siempre cada pequeña victoria encierra alguna que otra pequeña o gran derrota.

La historia es intensa y profunda, pero el relato es lento y se hace un tanto reiterativo por lo anteriormente mencionado, y porque además la interpretación principal, David Oyelowo que da vida a Luther King y que tiene la mayor carga de la cinta, no me llega, me resulta lineal y no me trasmite emociones, algo importantísimo en una historia de este calibre.

La combinación de música e imágenes en ciertos momentos son los que dan cierta vida y credibilidad a la cinta y esa unión por momentos hace que te veas inmersos en la historia, pero al instante vuelves a caer en la monotonía de la lentitud de la narración que hace que las más de horas se hagan muy pesadas.

Destacar que hay tres secuencias, que a mi gusto se exceden en lentitud pasando casi a cámara lenta, donde se recrean agresiones y atentados, que con uno me hubiera bastado o me lo hubieran mostrado más sutilmente pero no remarcando tanto ésos fondos de violencia, que ya se me hacen muy cuesta arriba. Sí necesito conocer los hechos, pero no de esa manera. El drama a veces es un arma de doble filo en el cine, y aquí se ha jugado demasiado con él.

Los mejores diálogos que se exhiben en el guión son los que encaran el presidente Johnson y Luther King, ahí se ven las fortalezas y debilidades de cada uno, dejando entrever más conflictos de los que a priori se plantean, pues después en ese despacho desfilarán más personajes que irán dejando su gotita y opinión al respecto.

Crítica de Selma de Susana Peral.