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El resultado final, una secuela que nunca debió de producirse y que se ciñe a todos los clichés de su género.
Crítica de Como acabar con tu jefe 2.
El estreno de la trilogía de Resacón produjo un “crack” en el poco flexible mundo del cine comercial. Un chasquido de su espalda envejecida, tradicional y llena de achaques, que de repente encontró una forma de mover sus articulaciones artríticas que no había conocido antes. Resacón supuso una novedad y produjo al mismo tiempo ingentes beneficios a su mecenas, la multinacional y productora de cine Warner Bros.
Tras el éxito, lo realmente difícil es enfrentarse a él y saber superarlo. O bien pensando que ya has llegado a tu máximo auge dejando de lado esa tarea creativa, o bien intentando reinventarte y buscar nuevas fórmulas para triunfar. La primera opción se descarta en una sociedad capitalista que siempre quiere más, y la segunda también, porque exige demasiado que pensar a una Industria que sólo quiere invertir su tiempo en añadir ceros a los cheques que firma en vez de en realizar películas con corazón y nunca vistas. Por lo que las grandes compañías optan por el refrito. Coger un plato cuya receta funcionó hace años y volverlo a recalentar en el microndas para servirlo a un comensal que engulle cualquier alimento que se pose sobre su plato. De ahí nacen iniciativas como la saga Cómo acabar con tu jefe, tan innecesarias como molestas e incluso dañinas.
Como acabar con tu jefe 2 es una comedia que parte sobre un drama, el del desempleo en EEUU. El mensaje social, no obstante, sale rápidamente del escenario que es a su vez colonizado por gags que apenas hacen gracia e incluso terminan dando pena y creando exasperación en el espectador.
El resultado final, una secuela que nunca debió de producirse y que se ciñe a todos los clichés de su género para confirmar a su vez una frase tópica: segundas partes nunca fueron buenas.
