Asterix: La residencia de los Dioses. Mucho más fiel al cómic original

La película como bien es sabido vuelve con ese pequeño trozo de tierra que los romanos no son capaces de conquistar a la fuerza; la Galia.

Después de tantas películas de Asterix, de Mortadelo y Filemón , Tintín y demás… con actores de verdad es complicado acostumbrarse a los nuevos formatos de estos dibujos de caras y cuerpos regordetes como salidos de una bombona de gas helio, supongo que Disney & Pixar han tenido algo que ver en la falta de originalidad con la tendencia y con el monopolizado estándar de dicho formato. Se entiende que quieren llegar a un público más pequeño, llamando la atención de las nuevas generaciones, menos mal que a falta de originalidad en el formato si han querido mantener la esencia y ser fieles al comic.

Asterix: La residencia de los dioses, empieza divertida con el propósito de atrapar cuanto antes la atención del espectador al que va dirigido. Con una trama dinámica, colores vivos de una gran nitidez y escenas chispeantes con unos dibujos que son una vuelta de tuerca a los de antaño que veían las generaciones anteriores.

Los gags son muy propios de los tebeos poniendo en la antigua Roma escenas cotidianas de la actualidad, eso provoca en el cine vidente brotes de risa espontáneos, hasta se le invita a la búsqueda de ese tipo de detalles que en alguna ocasión pasa un tanto desapercibidos. Los diálogos en ocasiones son incisivos un poco orientados a los más mayores con lo que se deduce que los creadores han querido pensar también en los padres que acompañan a sus hijos más pequeños, para que también de alguna manera pasen un rato divertido.

La película como bien es sabido vuelve con ese pequeño trozo de tierra que los romanos no son capaces de conquistar a la fuerza; la Galia. Como Julio César se encuentra impotente ante la resistencia gala intenta lo que muchos países imperialistas hacen en la actualidad, haciéndoles ver que hay una sociedad a su alcance de lujo y bienestar. Julio César construye una villa de lujo para los romanos con el objetivo de dividir al pueblo galo, entonces Asterix y Obélix tendrán que hacer todo lo que esté a su alcance para dar al traste con los planes del César.

Destaca un personaje que da humildad y en cierto modo el punto a la cinta y no es otro que el esclavo que da lecciones filosóficas y tiene una visión de todo mucho más abierta que su patronos. Admirable la capacidad de nuestros vecinos franceses de hacer de un personaje desfavorecido y con falta de recursos uno lleno de talento capaz conquistar con su personalidad a todos los que rodea.

En este filme se ve claramente una gran crítica a la sociedad de consumo actual, con mensajes claros sobre la codicia que ha provocado la corrupción, a la especulación y la construcción indiscriminada, sin control, ni miramientos por el medio ambiente, con una clara alusión a la deforestación y por consiguiente la perdida de habitad de los animales. La inmigración también es un tema que toca de manera fragrante su director Louis Clichy entre otras muchas de las cosas que nos están pasando o nos han pasado fundiéndolas en el mundo Axteris con la clara intención de hacer ver a las generaciones venideras lo que no se debe hacer, cosa harta difícil por que en este caso igual a los más pequeños les cuesta coger el mensaje , aunque sin querer subestimarlos quizás ellos estén más capacitados que nosotros los adultos que a fuerza de repetírnoslo no somos capaces de entenderlo y volvemos a chocar una y mil veces en la misma piedra.

La película a la hora aproximada de proyección pierde chispa y se tiene que recurrir a la banda sonora con la canción italiana Sara perche ti amo para romper un poco la monotonía y el aburrimiento en la que se convierte, entrando en un bucle decadente que hace que los niños se encuentren incomodos en las butacas, aunque luego vuelve a resurgir. En líneas generales, sin ser la mejor de todas las películas de Asterix, si está en un puesto aceptable.