Los geniales hermanos Coen nos vuelven a dejar una muestra de su saber hacer, de su particular visión del cine y nos dejan un largometraje de sorbo largo, de posos perdurables y una de esas películas que se saborean mejor una horas después de que la sala encienda las luces.
El desfile de personajes peculiares bien creados y con un punto de estupidez que solo los irremplazables directores saben dar, convierten a buenos actores en verdaderos maestros del séptimo arte.
Brad Pitt está genial, con momentos dónde nos recuerda todo lo de actor que lleva dentro y nos deja una interpretación a la altura de su genial gitano en ‘Snack, cerdos y diamantes’.
El resto del plantel, Clooney, Malkovich, McDormand, Swinton, están más que cumplidores ayudando a que un guión elaborado pero con desvaríes y lagunas narrativas no se desfonde y lleve a buen puerto una buena película que aunque no pasará a la historia, si forma parte del universo Coen, unos directores que seguro nos volverán a mostrar todo lo que de genios llevan en sus cabezas.
Bajo la máscara de la comedia la cinta esconde un drama, el de vernos reflejados en estos personajes ficticios, con la imperfección que da ser humano y la estupidez de creer que somos algo más que eso.
Cine de sensaciones perdurables, de impagables momentos y un soplo de aire fresco a una cartelera que adolece de cine con la personalidad de esta propuesta.
7 sobre 10.
Rafael Calderón Luna.