Los Piratas del Caribe han vuelto, y su capitán Jack Sparrow vuelve a tomar el timón para engordar una saga que pierde fuelle por momentos, y será por cosas de la crisis, su permanente capacidad de entretener también. En ‘Piratas del Caribe: En Mareas Misteriosas’, Johnny Depp regresa a su ya legendario papel del Capitán de la Perla Negra en un cuento repleto de acción sobre la verdad, la traición, la juventud y la desaparición. Una amena y divertida historia que se aleja de las anteriores entregas y que no depara demasiadas sorpresas, ni reveladores misterios.
Cuando Jack se cruza con una mujer de su pasado (Penélope Cruz), no está muy seguro de si se trata de amor o si ella es una estafadora sin escrúpulos que le está utilizando para encontrar la legendaria Fuente de la Juventud. Jack es capturado por el Queen Anne’s Revenge, el barco del temible pirata Barbanegra (Ian McShane). Le fuerzan a unirse a ellos y vivirá una inesperada aventura en la que no sabe quién le inspira más miedo: Barbanegra o la mujer de su pasado.
La cinta cuenta con un impresionante reparto internacional, compuesto por los veteranos de la saga, genial Geoffrey Rush, cómo siempre, en el papel del vengativo Capitán Hector Barbossa, y Kevin R. McNally encarnando a Joshamee Gibbs, un antiguo camarada del Capitán Jack; muy bien también Sam Claflin que da vida a un fiel misionero, mientras que Astrid Berges-Frisbey se transforma en una misteriosa y bellísima sirena.
Que podemos decir de Johnny, su Jack Sparrow ya forma parte de la historia del cine, y aunque más cansino que de costumbre, su papel es de lo mejorcito de la película. El papel de Penélope es otra cosa, y no es que lo haga mal, pero la química con Deep es tan inconsistente, que su paso por la saga parece que no será demasiado recordado. Una pena por que está muy guapa.
El director, Rob Marshall, se olvida de todo lo bueno de su predecesora, entretenimiento puro, diversión sin límites y humor frenético, para dejarnos una especie de parque infantil, más cerca del videojuego que de una aventura para la gran pantalla. Y no es por falta de presupuesto, ni por los efectos especiales (Me siguen sin convencer las dichosas gafitas y el 3D) resultones; ni tampoco por lo idílicos emplazamientos dónde se rodaron la mayor parte del metraje. Pero su guión lineal y falto de sorpresas le resta la magnificiencia que esperábamos y la acerca en demasia a una atracción digna de Disneylandia.
La banda sonora vuelve a ser del maestro Hans Zimmer, quien nos sorprende con algunos temas nuevos y espectaculares, convirtiendo el audio en una de las mejores bazas de esta aventura, con dos grandes momentos, la huida de Londres y la escena de las Sirenas, no digo más. Y, atentos también a los créditos finales, aguantar merece la pena.
Con todo esto, es verdaderamente imposible no divertirse con esta ración doble de piratas, con este cuento juvenil, que además de acompañarnos en un viaje a nuestro juventud, nos dibuja una sonrisa en el rostro, que sin ser permanente, si nos dura un buen rato.
Rafael Calderón Luna. Nota: 6,1.
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