‘Una Boda de muerte’, cuarto fruto de la colaboración entre el guionista Dean Craig y los productores Share Stallings y Laurence Malkin, vuelve a traernos el singular humor de Craig, que conectó con el público internacional en las dos versiones de Un funeral de muerte (Death At A Funeral): la original de Sidney Kimmel Entertainment de 2007 y el remake de Sony Screen Gems protagonizado por Chris Rock en 2010.
Malkin se puso en contacto con Mark Lindsay y Gary Hamilton de Arclight Films, que enseguida vieron el potencial creativo de la película. Hamilton, un veterano impulsor de producciones australianas, tenía una visión clara de cómo producir y financiar el proyecto en Australia.
El director Stephan Elliott (Una familia con clase, Ojos que te acechan, Las aventuras de Priscilla, reina del desierto), que había vuelto a Australia tras pasar diecisiete años fuera del país, recibió el guión de manos de Hamilton, que le pedía que lo leyera «como favor personal». Recordando las palabras del prestigioso guionista Richard Curtis (Love Actually), que le dijo una vez que «un guión de comedia sólo funciona si te hace reír en voz alta al menos tres veces al leerlo», Elliott supo que aquel sería su siguiente proyecto.
Cuando David viaja a Australia para casarse con el amor de su vida, sus tres padrinos dan un nuevo matiz a la frase «en lo bueno y en lo malo». El caos en el que se convierte la boda es un ejemplo perfecto del choque de culturas entre los amigos de él y la familia de ella. Es cierto que la sangre es más espesa que el agua… ¡pero los amigos de David tal vez lo sean más!