Si algo funciona para que cambiarlo, eso debió de pensar el director de cine Guy Ritchie a la hora de afrontar la continuación de su exitosa versión del clásico ‘Sherlock Holmes’. Lástima que en su afán continuista la frescura del original disminuya al mismo tiempo que aumentan el nivel del caos y las explosiones.
Sherlock Holmes siempre ha sido el más listo de todos… hasta ahora. Y es que hay una nueva mente maestra del crimen que anda suelta, el profesor James Moriarty (Jared Harris), y no sólo está al mismo nivel intelectual que Holmes; además, su capacidad para el mal, combinada con una total falta de conciencia, podrían concederle cierta ventaja sobre el famoso detective. En todo el mundo se están produciendo llamativas noticias: un escándalo acaba con un potentado del algodón de la India, un comerciante de opio chino fallece de una aparente sobredosis, estallan bombas en Estrasburgo y Viena, fallece un magnate del acero estadounidense.
Nadie ve ninguna conexión entre estos acontecimientos aparentemente aleatorios, excepto el gran Sherlock, que ha adivinado una red deliberada de muerte y destrucción. Y en su centro, como una araña especialmente siniestra, está Moriarty. La investigación por parte de Holmes del plan de Moriarty se torna más peligrosa cuando le hace abandonar Londres, junto a Watson, para dirigirse a Francia, Alemania y, finalmente, Suiza.
La película se podría dividir facilmente en dos partes; una la imprecisa y alocada desventura del inicio, confusa y falta de brio y una segunda mitad más madura, más elemental, más Holmes. Ahí es dónde Sherlock y Moriarty viven su duelo más apasionante y es ahí mismo dónde crece el peso argumental de esta secuela; pena que esos buenos pasajes sean la parte de mayor peso, pero de menor duración.
El resto se pierde en un torpe guión, un desfile de fuegos artificiales y algunas persecuciones demasiado confusas.
Aún así la película deja un buen sabor de boca y ganas de más y eso se lo debemos a un genial Robert Downey Jr. que sigue en estado de gracia.
Plantear una versión más dinámica, bastante más moderna sin perder la época en la que se ambienta es sin duda un reto y creo que se cumplió pues uno de los elementos más destacados de esta película es la reconstrucción del Londres del siglo XIX, lleno de barro y adoquines, en plena industrialización y con algunos de sus monumentos más conocidos en fase de construcción. Otro de los elementos que puedo destacar y que hace de la película muy entetenida es la química de trabajo que existe Robert Downey Jr. y Law ayuda a mantener a flote la historia. Acción y un poco de comedia es lo que verás en esta cinta. Ideal para una tarde de películas.