‘¿Y ahora adónde vamos?’ (2011), es una coproducción franco-libanesa-italo-egipcia presentada en la sección Un Certain Regard de la 64º edición del Festival de Cine de Cannes 2011 y estrenada en España el pasado 2 marzo, distribuida por AltaFilms, y aunque parezca raro sigue estado en cartelera.
Un grupo de mujeres todas vestidas de negro, van hacia el cementerio, junto a su pecho llevan fotos de sus seres queridos masculinos. Sufren por el dolor que les causa una guerra que no les lleva a ningún lado, causado por dos bandos religiosos: musulmanes y cristianos. Al llegar al cementerio se separan los dos bandos, pero de esa imagen al resto de la película dista bastante porque todas se unirán por un bien común: unir a todos los hombres para que la religión no sea un impedimento para convivir en el mismo pueblo y ante todo respetándose. Para ello todas las generaciones de mujeres trabajaran, ya sea cocinando dulces cargados de somníferos, distrayéndoles la vista con bailarinas exóticas. Vamos lo que sea necesario para obtener una armonía en el pueblo, exenta de conflictos religiosos.
Libanesa, mujer, actriz, guionista, directora, quien da más hoy en día y además repite todo esto por segunda vez, Nadine Labaki. Ya hace 5 años nos lo demostró con ‘Caramel’ una película muy interesante y que si no habéis visto os la recomiendo junto con ‘¿Y ahora adónde vamos?’, que es la que nos ha presentado el mes pasado.
‘Caramel’ tuvo una gran acogida tanto en el público como en los críticos, y esta segunda va por el mismo camino ya lleva un mes en cartelera, cosa que hoy en día es todo un logro, que una película entre comillas independiente y con un tema tan particular a tratar, una sociedad que no es la nuestra, se mantenga en los cines.
Digamos que la directora sólo tiene dos pero ambas merecen mucho la pena, porque nos darán que pensar y sobre todo a aquellos que vivimos en mundo un poco más desarrollado para darnos cuenta de los privilegiados que somos en muchos aspectos, y como en la mayoría de los casos no lo sabemos apreciar. Eso no quiere decir que tengamos que dejar de protestar en nuestra cultura por aquello que pensemos que no es justo, siempre hay que luchar por aquello que pensemos que nos puede ayudar a mejorar nuestras vidas a nivel tanto personal como colectivo.
Según Labaki los cinco años que ha tenido de espera entre ambas películas se han debido a varios asuntos, uno muy personal: su maternidad y otro, tan o más importante, tener en sus manos una gran historia de su país que contar. Porque piensa que es su responsabilidad educar a sus hijos de otra forma. Quiere con esta película reflejar una imagen justa y verdadera del Líbano. La idea partió a raíz de un estallido de violencia en el corazón de Beirut el 7 de mayo de 2008. Acababa de enterarse que estaba embarazada y se pregunto que sería capaz de hace por proteger a su hijo.
Alegato a favor de la fuerza y coraje de las mujeres por y para la familia, por reivindicar sus derechos en el hogar, en el trabajo y en la sociedad, y no dejarse avasallar por una guerra entre religiones en su propio pueblo, pudiéndoles separar.
Reivindicar unos derechos que por el sistema político y religión en muchos casos les han sido totalmente arrebatados, y no hablamos ya en muchos casos que sean iguales que los de los hombres, que ya sería pedir demasiado sino simplemente tener voz y que en muchos casos pueden tener mejores ideas. Que difícil sería reconocer todo esto en una sociedad como la libanesa, pero vamos como ella hay muchas, y diríamos que hasta peor.
Ya en Caramel, Labaki, reclamaba una independencia económica y emocional para las mujeres y poder decidir el futuro de sus vidas por ellas mismas, no siempre dependiendo de los hombres que manejan más su sociedad.
Impresionante la escena donde Nadine Labaki recrimina a todos los hombres las discusiones que están teniendo en su bar, no os perdáis el coraje que saca para enfrentarse a ellos y no amilanarse ante situaciones adversas incluso atreviéndose a levantar el tono de voz y en exceso podría decirse, para plantar cara a una situación que no es nada de su agrado.
Un canto a la reivindicación de la participación de la mujer en la sociedad libanesa, así como de la paz entre culturas, religiones y pueblos.
Algo muy particular y que realza la belleza y el tono de la película, son los tramos en los cuáles cantando y bailando reivindican acciones, es como si le quisiera dar un toque de originalidad y de humor al mismo tiempo, también tratándolo con imaginación y mucha magia. Destacar es el tema Hashishet Albi (del compositor Khaled Mouzanar), en el que cantan todas las mujeres en una de las más divertidas escenas de la película, muy pegadizo
Casi todos los actores, a excepción de la directora no son profesionales, ya lo hizo en su anterior película, le gusta porque opina que las personas anónimas actúan según su propia personalidad y realidad, y de esta manera puede mostrar mejor la esencia de su cultura. No es algo propio exclusivamente de ella el utilizar a gente de a pie, si no que muchos directores orientales también apuestan por este riesgo porque piensan que es algo mucho más puro y enriquecedor para el espectador y la película en sí.
Khaled Mouzanar, el marido de Labaki, es el compositor de la música de la película, según ella, la conoce tan bien que antes casi de haber creado ya una escena él ya tiene la música. Y os advierto que esa compenetración se nota porque la música de la película encaja muy bien en todo momento con las escenas y te atrapa.