Se estrenó este fin de semana en los cines españoles la última película de Peter Berg (director de “Hancock”). “Battleship” es la libre adaptación al cine del popular juego de mesa, de Hasbro, “Hundir la flota”. Aquí, la batalla se centra en el mar, donde en medio de unas maniobras amistosas entre múltiples países aparece una flota alienígena.
La película está protagonizada por Taylor Kitsch (John Carter) en el papel del Teniente Hopper; Brooklyn Decker (Sígueme el rollo) es Sam Shane, una fisioterapeuta de la Marina y novia de Hopper; Alexander Skarsgård (Thor) es el Comandante Stone, el hermano mayor de Hopper; Rihanna es la suboficial Raikes, especialista en armas; y Liam Neeson (Ira de titanes) es el Almirante Shane, el oficial superior de Hopper y Stone (y padre de Sam).
La película es un híbrido entre “Independence day” y “Transformers”, cogiendo lo peor de la primera y rodada mejor que la segunda, puesto que las escenas con robots se ven y entienden perfectamente, y no abusa tanto como Michael Bay de la cámara lenta.
Toda la cinta no deja de ser una oda al patriotismo extremo americano, tanto a la Marina actual como a los viejos grumetes, llegando a cuotas de indigestión para cualquiera que no sea norteamericano.
Lo realmente curioso de la película es que si bien entretiene, nada en ella es digno de mención positiva, puesto que aunque los efectos especiales son muy buenos, se alimentan demasiado de lo explotado ya por “Transformers”, teniendo los aliens como armas más mortíferas unos “yo-yos” gigantes que resultan bastante ridículos.
En cuento a los aliens, tanto su armadura y como la forma en que transforman el puño para crear diferentes armas es exactamente igual que el videojuego “Vanquish”, donde si yo fuera el creador del juego de Sega ya habría presentado mi demanda por plagio (a no ser que le hayan pagado, lo cual dudo). Pero sin armadura, y aquí lo más sorprendente, nuestros vecinos del espacio son clavaditos a James Hetfield (vocalista y guitarrista rítmico de la banda de thrash metal Metallica). Y, como siempre, los malvados aliens osan menospreciar e infravalorar el potencial bélico y la audacia de los terrícolas, pagando por ello.
Lo que más rechina de toda la película (y no es Rihanna) es el montaje final, donde hay secuencias innecesarias que no aportan nada y otros momentos donde se atropella la acción y se acelera demasiado la conclusión de la historia. Resulta curioso una escena donde un alien toca la cara al protagonista, y éste ve visiones, pero de ello en ningún momento se vuelve a hablar, como si no hubiera pasado. Por lo tanto, da la impresión de que la trama era más complicada, decidiendo simplificarla (¿en favor al espectador?), pero se les olvidó eliminar esa secuencia del montaje final. El mismo problema de montaje ocurría con su anterior película, Hancock; lo cual, lejos de ser un error, empieza a convertirse en costumbre.
En cuanto a las actuaciones, Taylor Kitsch no tiene madera de cabeza de cartel, ya lo demostró con John Carter, debiendo limitarse a ser secundario, algo que hizo muy bien como Gambito en “Lobezno”. Brooklyn Decker no lo hace mal ni bien, simplemente no estorba. Y Alexander Skarsgård y Liam Neeson son secundarios sólo usados para intentar darle más caché al film, este último sólo aparece al principio y al final (en medio, estaba contando los fajos de billetes que le han dado por salir 10 minutos).
Lo más ridículo de la película es cuando, al no tener visibilidad ni detectarlos en el radar, con las pantallas del destructor de los protagonistas se ponen a jugar realmente al “hundir la flota” con los enemigos, moviéndose de la misma forma del juego (horizontal, vertical y transversalmente), justificándolo en el movimiento de las balizas colocadas en el agua para medir las oscilaciones de las olas, puesto que si se movían las balizas es que ahí estaban las naves enemigas, lo que hay que ver (y tragarse).
En resumen, a quien le guste Transformers le gustará, teniendo sus momentos divertidos, pero si no eres fan de la ruidosa saga de Michael Bay, no la veas; puesto que prácticamente parece una continuación de aquéllas, pero en el mar.
Lo peor: La escena en que los marines retirados se ponen al mando del acorazado obsoleto. Lo que hay que hacer por cobrar la pensión completa. Y unos diálogos y secuencias previsibles.
Lo mejor: Brooklyn Decker en bañador y las canciones de AC/DC.
Nota: 4 sobre 10.
La gente sólo la recordará (si lo hace) porque fue la primera película de Rihanna; pero tampoco es que se luzca, ni lo hace mal, está decente.
Veo que tal y como yo pensaba esta no merece la pena.
Yo imaginaba el desastre, que le vamos a hacer.