Nos puede resultar familiar ir una tarde al cine y comprobar que un actor o actriz hollywoodiense, hace doblete en cartelera. No nos resultaría raro. De hecho, es algo que nos parece incluso normal con algunas superestrellas del cine americano. Sin embargo, no es tan común que podamos ver simultáneamente a un actor francés, en dos producciones francesas.
Esto es lo que ocurre actualmente con François Cluzet, quién está batiendo récords de taquilla con la exitosa ‘Intocable’ y ahora podemos ver en ‘El arte de amar’. En pleno apogeo del cine francés, es inevitable reconocer que las producciones galas ya se han hecho un hueco entre nosotros. En sólo dos meses, hemos tenido en cartelera más de nueve títulos del país vecino, tan variados como ‘Un feliz acontecimiento’, ‘Las nieves del Kilimajaro’ o ‘Los infieles’. Y la cosa no queda ahí, todavía quedan por estrenar títulos tan interesantes como ‘¿Y si vivimos todos juntos?’, ‘Las chicas de la sexta planta’ o ‘La delicadeza’. Pero que el cine francés esté de moda, no quiere decir que tengamos que quedarnos maravillados con todo lo que nos presenten.
Esto es precisamente lo que nos ha pasado con la nueva película de Emmanuel Mouret, quien aborda en tono cómico, cinco historias sobre la búsqueda del amor y del ser amado. Sin embargo, lo que pretendía ser la suma de varios relatos, flaquea y se queda en la barrera de ser únicamente la exposición de cinco situaciones independientes que apenas se rozan. Mouret no consigue cohesionar las partes para que compongan un todo con entidad propia.
Marcadas por un continuo narrador en off, el director francés nos presenta como introducción a los posteriores sketches, frases que aparentan ser de amor. Sin embargo, la puesta en escena está únicamente centrada en el plano sexual, eso sí, siempre de manera implícita. La infidelidad, la confianza en la pareja, los amores platónicos, las dudas personales, el respeto hacia el otro, etc. son excusas para volver al mismo tema una y otra vez.
Si a todo esto le añadimos un guión flojo, unas interpretaciones que en su mayoría rozan el aprobado (salvando los apenas 15 minutos en los que vemos a Cluzet en pantalla), una representación de la mujer siempre con connotaciones negativas y una trama poco original, obtenemos una película que no deja poso y que no descubre nada que no hayamos visto ya.