Golem como siempre apostando fuerte nos pone en bandeja un título singular ‘Siempre Feliz’ (2010- Noruega) para la cartelera de este fin de semana. Opera prima de Anne Sewitsky, que ya ha cosechado el año pasado varios éxitos en Festivales tales como: Sundance: Premio del Jurado – Película (World Cinema) y Sevilla: Mejor Película.
Kaja es una ama de casa muy risueña y con una felicidad fluida con su marido, Erik, y su hijo. A sus vidas llegan unos nuevos vecinos Elizabeth y Sigve, con un hijo adoptado, y de los cuales queda prendada por su estilo de vida, siendo guapos, alegres, compenetrados y mostrando ser seguros de sí mismos.
Cruce de dos parejas que parece que cada uno envidia a la otra por algo que les falta respectivamente, pero no se dan cuenta que ambas tienen unas carencias, que ninguna es mejor ni peor, es diferente y cada cual vive su alegría a su manera.
Con una ambientación fría y oscura por la ciudad, la nieve y los propios personajes y sus correspondientes caracteres, la directora nos propone un pensamiento reflexivo sobre la felicidad: eso que todos anhelamos pero no todo el mundo consigue.
Podemos pensar que la felicidad constante no existe, que lo que tenemos son estados transitorios de euforia y satisfacción. Toda aquella persona que demuestre que siempre es feliz, bajo mi humilde opinión algo oculta. La vida en un continuo vaivén de subidas y bajadas de sentimientos y emociones que son muy difíciles de controlar e incluso a veces de asimilar.
Como bien muestra la cinta, en la pareja debería de existir algo llamado complicidad, pero que no siempre está acompañado de la tan querida felicidad y ni siquiera de la lealtad. La comunicación y la confianza como bien demuestra el guión son muy importante para que todo esto fluya. Pero y ¿cuándo uno pienso que si que se comunica porque su pareja le dice a todo que sí y le da la razón por sistema? Sobre todo delante de la gente para no discutir ni ir a mayores, es un estado catatónico de siempre feliz, como ocurre aquí.
Pero esto no es lo peor, lo peor es autoconvencerse de su estado de dicha y de su ‘no problema’, y cuando se quiere dar cuenta ya es demasiado tarde, y esto es el tema principal de la película reconocer cuando uno es realmente no dichoso, o que es lo que falla en sus vidas, o simplemente no falta nada, eso ya sabéis dependiendo desde el prisma que uno lo mire.
Aunque lo hayan querido plasmar como un guiño o crítica, la parte más agresiva la muestran los niños, porque a las alturas de siglo que estamos y con los supuestos avances de pensamientos que tenemos, que a un niño se le ocurra pedir a otro, por el mero hecho de venir de Africa, jugar a un juego de esclavos, es sorprendente y decir que es la parte más suave.
Como anécdotas contar que la directora ya había dirigido dos cortometrajes ‘Headcut’ (2006) y ‘Oh, my god !’ (2008). Curioso leer que ella quería dedicarse al ámbito religioso, idea que luego desechó, y puede ser por eso esos contrapuntos tan fuertes de fe y falta de la misma que se denotan en algunas conversaciones.
En cuanto a las actuaciones resaltar que cada uno lleva con una gran dignidad y refleja muy bien su papel, no siendo ninguno de ellos actores muy relevantes pero si con experiencia que queda totalmente demostrado en la grabación, exceptuando a Maibritt Saerens (Elizabeth) que es su primer papel, y saliendo victoriosa de su primera experiencia.