Este próximo 11 de Enero, ya por fin, tendremos en cartelera la película ‘Amour’ de Michael Haneke. Después de tantos premios, tantos festivales, tantos cambios de fecha, ha llegado la hora en que la película más aclamada del año pasado, allá donde se ha exhibido, alcance nuestras pantallas de cine de la mano de Golem Distribución.
Cineralia tuvo el privilegio de disfrutarla gracias a Sensacine en el pasado Festival 4+1 Mapfre, que se desarrolló en los Cines Golem de Madrid, y donde fue proyectada fuera de concurso como sesión inaugural.
Georges (Jean-Louis Trintignant) y Anne (Emmanuelle Riva) son un matrimonio que lo único que desean después de llegar a una jubilación merecida y una vida repleta de satisfacciones debido a sus profesiones, profesores de música ambos, es vivir el resto de sus días unidos en armonía con sus pasiones y su amor. Pero la vida les dará un revés y lo que siempre había sido tranquilidad para ellos y buena salud se volverá en su contra poniendo a prueba su matrimonio y su aguante, y sobre todo el amor que se procesan, ese que hasta ahora había sido algo que allanaba y llenaba todo en su convivencia.
El director parte con dos premisas fundamentales: mostrar un escenario típico de él, desde el cual profundizará en la historia (que puede no sea tan de su estilo en el fondo, pero sí en la narración), y otro totalmente distinto, haciendo un efecto espejo en el que el espectador se verá reflejado sentado en su butaca pero al mismo tiempo casi visto en la pantalla, puro homenaje esto segundo al propio espectador.
Juega con una estética de los decorados que roza la sobriedad en los escenarios y localizaciones, con tonalidades casi grises, trasmitiendo el estado de ánimo de los protagonistas. Ese estado se pasa a las conversaciones que con el trascurso del metraje pasamos de un lenguaje tierno a la pura aspereza puesta en boca de los actores.
Difícil definir este sentimiento abstracto que se siente pero no se toca, o sí, los besos son amor, las caricias también y tantas otras cosas que hacemos cada día de forma rutinaria y voluntaria, esos actos llevan implícitos el propio amor hacia aquellos que extendemos los actos. Pero es algo más, mantener una relación con sus pros y sus contras, respetar, idealizar, sufrir, llorar y todo lo que uno pueda pasar por ese filtro de sentimientos y emociones que hacen que nuestro corazón lata cada día, pero con fuerza.
Poner a prueba el amor de una pareja es algo que es cotidiano y por lo que día a día todo el mundo pasa. Pero si esto es contado de una manera casi poética, a la vez que incisiva y punzante, donde ese amor que se ha procesado hacia el contrario ha sido infinito y del que nunca se ha dudado y jamás ha faltado. En esta cinta los personajes de repente nos encajan en sus vidas respectivas, que eran una, cuando uno de ellos cambia, y no quiere que ese amor se trasforme en compasión, en ayuda, ya no le vale, o simplemente ya no quiere que se mantenga de esa manera, ya no quiere vivir, pero ¿si uno faltase querría vivir el otro?.
Eso es lo que hace el director, mostrar los cambios de las personas ante las adversidades, una familia casi rota por la vida, por algo natural: una enfermedad; pero que no es admitida, más bien repudiada. Una mujer que se revela ante todo lo que antes podía parecerle natural, incluso una caricia ya no le parece amor, aunque su marido sea el de siempre, el que ejerza ese acto tan cotidiano y querido. De repente el amor pasó a dolor, y ese dolor casi no le deja respirar, para qué vivir ya, si no ve el amor.
No podría ser otro que Haneke quien consiguiera que una actriz con un simple movimiento de hombro pudiera mostrar indiferencia, rabia, no querer la compasión, toda esa composición en una milésima de segundo, increíble actuación la de Emmanuelle Riva. Impresionante todo el desarrollo de su personaje y su deterioro, pero no lo habría poder llevar a cabo sin el apoyo de Jean-Louis Trintignant, una pareja que traspasa la pantalla con sus detalles, con su sentimentalidad en las miradas, en sus conversaciones, con ese aplomo que les da la experiencia de una gran trayectoria profesional; con lo que han logrado crear un tándem perfecto junto con el director.
Dicen muchos que no es el Haneke de siempre, que ha cambiado y no creo que lo haya hecho, simplemente puede que se haya adaptado en su forma narrativa en cuanto a contar una historia, pero su fondo perdura. Su poso de dureza se ve en cada escena, en cada silencio, en cada mirada, y además si lo ha hecho así demuestra lo buen cineasta que es, porque no puede ser que alguien se encasille, en un estilo, en una forma, hay que cambiar, pero sin perder nunca su identidad, esa que conmueve a salas enteras, aunque haya gente que no la apruebe.
Desde que el director austriaco comenzara su andadura en el cine hace ya 24 años, habiendo estado antes diez dirigiendo para la TV, sus películas han pasado siempre por el género dramático, ahondando en el dolor, y casi siempre con la familia de por medio, eje por el que cruza todo lo que quiere manipular por su lente. En ‘Amour’, hay otro lazo familiar que es la hija Eva (Isabelle Huppert), mostrando otro tipo de amor. Con ella el espectador puede apreciar que la sangre no lo es todo, que muchas veces el amor es egoísmo puro y duro.
Desde siempre me ha encantado este director, y cuando vi de qué iba esta pelicula pensé que no me iba a interesar el tema, por el «pasteleo» de la temática de ancianos, amor, etc. pero he de decir que ha sido impresionante. De lo mejor que he visto en 5 años. Una obra maestra de proporciones titánicas. Muy de acuerdo con toda la crítica que habéis hecho. En palabras del gran John Waters: «Amor hace que Saw VI parezca una comedia romántica». Efectivamente. Es una peli de terror puro y duro, y eso Mr. Haneke lo maneja como nadie.
Coincido en que la dureza de Haneke no solo no ha desaparecido, sino que ha madurado al ser aplicada a un tema tan crudo y serio. Creo que «Amour» es su mejor trabajo y confío en que los Oscar lo tengan hoy en cuenta. Saludos.
Tengo muchasa ganas de verla, aunque se que gastaré 40 paquetes pañuelos de papel por lo menos.