Hace unos días asistimos, invitados por Alta Films, a un pase de «UN ÉTÉ BRÛLANT», de Philippe Garrel, su nueva propuesta francesa que se estrena en cines el 19 de Abril , y ayer nos levantamos con la noticia que la distribuidora cierra sus puertas.
La crisis poco a poco se nos carga la cultura, en este caso no solo la distribuidora si no salas de cine también, esas que apuestan por un cine diferente de autor, por el que apostamos muchos y del que disfrutamos. Esperemos que la impactante noticia para el cine no eclipse el estreno de esta cinta por parte de la empresa Alta Films, y sobre todo que esta situación se arregle lo antes posible.
Frédéric (Louis Garrel) y Angèle (Mónica Belluci) a primera vista son una pareja envidiable con una posición acomodado, el es pintor y ella actriz. Un verano unos amigos actores Paul y Élisabeth acuden a visitarles, ya que se encuentran sin trabajo y necesitan un refugio para seguir con sus vidas; Paul idolatra a Frédéric y le tiene como un referente en su vida envidiándole en todo lo que posee, pero la unión de estas dos parejas no hará otra cosa que sacar las inseguridades de una y la posible estabilidad de la otra.
El director y guionista de “Un été brûlant” Philippe Garrel nos dibuja a unos artistas inertes que viven casi por hacerlo, sin disfrutar mucho de la vida, de lo que les brinda y sin mucha ilusión por su trabajo. Muestra una vida burguesa acomodada y desilusionada con lo que tienen pues no lo aprecian, deambulan por esos escenarios fríos que hacen más desalentadora todavía la historia. Vistiendo durante casi todo el metraje a las actrices femeninas de negro, como si el luto fuera algo propio de su personalidad, porque sus caras no trasmiten alegría, ni amor, es una apatía constante en el devenir de sus vidas azarosas y vacías.
Siempre he pensado que muchos artistas, ya sean pintores, actores, etc se muestran un tanto bohemios en las películas pero siempre con fantasía e ilusión por lo que hacen; pero aquí los que se enfocan son cuatro artistas que se dejan llevar por la monotonía y derrotismo de los días, sin verse ningún atisbo de sueños ni quimeras, ni de ímpetu y de disfrute por lo que hacen.
La narración embauca, quizá por el idioma si la vemos en VOSE, pero le falta arranque y conectividad con el espectador y sobre todo porque a mitad de la cinta casi se desvela el porqué del final que se nos cuenta al principio. Los diálogos se encuentran vacios de emociones lo mismo que los protagonistas con miradas ausentes pretenden contarnos algo que finalmente no llega, o puede que este sea el dibujo que Garrel quiera mostrar una vida insulsa y vacía, si es así me llega, si me quiere contar algo más no.
El director repite con su argumento; vuelve a hacer lo mismo que con “Les amants réguliers” vidas inactivas, diálogos efímeros que no trasmiten y largos silencios que dejan al espectador montarse su propia película, eso si aquí el metraje se ha reducido considerablemente, casi a la mitad ya que en la película anteriormente mencionada dura la friolera de 178 minutos que hacían de una historia buena, que los minutos se alargen en exceso y pierden fuerza; concretar es algo bueno para un guión, aquí lo ha intentado. Hay que decir que la fotografía en todas sus películas es un fuerte y esos primeros planos, y planos y contra planos para ver lo que el contrario muestra en cada situación.
Personalmente no le acabo de pillar el punto a Louis Garrel, me falta expresividad en sus gestos no me llegan sus actuaciones, y puede que los personajes en los que le he visto sean así tendré que buscar una película suya para encontrar más facetas que no meramente deambular y dejarse llevar por una vida que parece que no va con él.
En «UN ÉTÉ BRÛLANT» la química que debía existir entre su personaje y el que representa Mónica Bellucci, no existe parecen tan distantes que no exista relación personal entre ellos y mucho menos un matrimonio, a no ser que sea uno ya que por la costumbre casi ni se miren, y que sus conversaciones sean frías y distantes.
“Un été brûlant” gustará a los ya muchos seguidores de la saga Garrel, puesto que el director tiene numerosos adeptos a su cine, a su forma de narrar y de contar historias esta vez volviendo al color, ya que últimamente había recurrido a cintas en blanco y negro.
Digo lo de saga puesto que el director ha contado de nuevo, como en otros proyectos, con su hijo Louis Garrel y con su padre Maurice Garrel que concretamente en esta película ejerce de abuelo con su nieto, tanto en la vida real como en la ficción.
Una Crítica de cine de Susana Peral.
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