Crítica de Hijos de la Medianoche. La llamada de la identidad personal

La directora Deepa Mehta ha adaptado al cine la novela homónima de Salman Rushdie, “Hijos de la medianoche”. Este best seller ha sido uno de las novelas más reconocidas del escritor habiendo conseguido tres premios Booker y figura en la lista de las 100 mejores novelas en inglés del siglo XX de la revista “Time”.

Dos vidas se entrecruzan la noche que la India consigue su independencia, la medianoche del 15 de agosto de 1947, Saleem y Shiva nacen en el hospital de Bombay y serán los portadores de una nueva generación libre. Todo ocurre por unos ideales y para que todo cambie y se haga justicia, una enfermera, influenciada por su marido, decide cambiar dos niños en sus cunas y familias, queriendo repartir igualdad, por lo que el recién nacido en una familia humilde pasará a ser el hijo de una de buena posición y viceversa; dando así oportunidades a todos como si estuvieran al mismo nivel. Pero el destino que como siempre es caprichoso les volverá a unir en diversas etapas de su vida y de diferentes maneras, reales e irreales.

«Hijos de la Medianoche» tiene un comienzo arrollador, con una narración espectacular que te engancha desde el primer momento y dando la sensación casi de meterte en una historia de ensueño, donde la fantasía y la imaginación tiene gran parte de protagonismo, pero a medida que van pasando los minutos, lo que hace mella en la cinta es la figura de las tradiciones culturas y el destino de por medio; haciendo mucho hincapié en las diferencias sociales existentes en cada etapa por la que trascurre toda las historias que se narran.

Ese destino que con tono poético la directora quiere trasmitir de desboca de tal manera en los protagonistas en esos encuentros imaginarios (pura imaginación), que te saca de la historia, la hace más irreal, no hace que nos metamos en esa historia de los niños nacidos en esa fecha, sus conversaciones en esos momentos no llegan se deslizan con una ligereza que no deja poso, pierde intensidad la historia a partir de la mayoría de edad de ambos protagonistas, ya no hay magia.

Si hay un amor que recalcar, sería el materno, que se eleva a la máxima potencia, sabiendo o sin saber que ese hijo que ha criado no es suyo, da igual, esa madre luchará contra todo por sobrevivir ante los demás por y para su hijo aunque no sea de sangre, lo que le hace más humana y cercana en una sociedad egoísta y en momentos falta de principios.

Cuando un trío de amor aparece, dentro de tres hijos de esa medianoche, yo esperaba más pasión , aquí  solo vale sobrevivir pero no me trasmiten el cariño que quieren desprender con las imágenes, y no pude por menos que acordarme de “Sombras del tiempo” una historia basada en la India, en la parte más pobre y con dos protagonistas que viven una aventura poética amorosa que trascurre con los años y que me convenció mucho más que ésta, pero bien es verdad que la cinta no tuvo demasiada repercusión en nuestro país, durando poco en cartelera.

Si alguien desea ver «Hijos de la medianoche», decir que se debería decantar por la versión original, puesto que la narración corre a cargo de Salman Rushdie, y desde el luego el escritor encandila con su voz. Su entonación, posiblemente, recree en esta faceta todo lo que pensaba mientras escribía la obra, y quién mejor que él para conocer todos los entresijos y que quería mostrar con su obra.

Deepa Mehta no ha querido centrarse en una faceta histórica y no se centra en temas políticos pasando de soslayo en esa faceta de la historia, incluso convirtiéndola en metáforas. Ha logrado crear una magia diferente en una meta por encontrar una identidad en los personajes principales, accediendo a ellos mediante la ensoñación de sus vidas y sus vicisitudes.

Una Crítica de cine de Susana Peral.