domingo , abril 20 2025

The Purge. La Noche de las Bestias. La maldita autocomplacencia

Las buenas ideas no siempre dan lugar a buenas películas y «The Purge» da fe de ello. En su punto de partida, acude al siempre apasionante terreno de la distopía para presentar unos EEUU en los que la violencia ha quedado relegada a un solo día de “fiesta nacional” en que el propio gobierno ha legalizado el crimen.

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Las películas que se desarrollan en entornos distópicos siempre suelen tener una reivindicación humanista y/o social como filón para resquebrajar la dudosa moralidad sobre la cual se ha construido una sociedad tan perfecta como aislada de los principios de la condición humana. El planteamiento de «The Purge» es especialmente interesante porque plante un doble giro a esta premisa, ya que el valor humano que reivindica es uno a priori negativo, como la animalidad del hombre y su propensión a la violencia.

A partir de esta idea, a la hora de hilvanar una historia las posibilidades son muchas: desde la transformación de un hombre civilizado en un monstruo sangriento, al doble filo implícito que la purga sea una artimaña para hacer desaparecer las clases pobres, pasando por el terror psicológico que podría brindar una «Noche de miedo» de vocación realista o el horror malsano con reminiscencias a «La Última Casa a la Izquierda».

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Sea como sea, lo único que requería «The Purge», con un escenario tan sobradamente rico, era un poco de criterio a la hora de explotarlo y sin embargo cualquier decisión que toma James DeMonaco (director y guionista del film) está exenta de creatividad. La genuinidad de la premisa se devalúa con una puesta en escena precocinada, llena de decisiones estéticas absolutamente infames (como los tintes sobrenaturales de las imágenes de la videocámara en lugar del realismo que exige el film) y un desarrollo anodino de unos personajes construidos sobre unos clichés del género completamente desubicados en esta película.

DeMonaco demuestra buena mano a la hora de crear un entorno opresivo y una narrativa suficientemente dinámica como para no aburrir, pero su juicio a la hora de utilizar los códigos del horror no va más allá de un mimetismo anárquico y, al final, la consecuencia de esta autocomplacencia cancerígena (es preocupante el número de películas que hoy en día quedan desmejoradas por falta de cuidado a la hora de tratar la historia que cuentan) es el convencimiento de que todo lo que puede ofrecer «The Purge» ya hemos visto en películas mucho mejores.

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