Analizamos el thriller «Grand piano», un largometraje dirigido por Eugenio Mira con la producción de Rodrigo Cortés.
La sombra de Rodrigo Cortés es alargada, su ingenio para el desarrollo del thriller aún más, pero Rodrigo tiene un serio problema, la soberbia, esa actitud de sobrado que tarde o temprano le devolverá al lugar desde del que surgió.
Esto sucederá si este personaje de gran poder mediático llamado Rodrigo Cortés, este ingenioso y parlanchín director de «Buried», no es capaz de asimilar que el espectador no es el idiota de clase media incapaz de detectar el engaño que él presupone, sino esos seres deseosos de disfrutar del buen cine de los que depende. Que el crítico no es su enemigo, sino su mejor referente, que al fin y al cabo el cine ya está inventado.
Y no es que Rodrigo sea el director de «Grand Piano», que no lo es, es Eugenio Mira, pero su influencia como productor va más allá de financiar este interesante trabajo, aunque él diga lo contrario, aunque solo la insinuación de este hecho le resulte ofensiva, su estilo y ciertos hábitos hitchcockianos inherentes a su ser, impregnan un thriller incompleto, pesado en su primer tramo y demasiado inconcluso en el segundo, al que solo algún golpe de efecto y una interesante trama salvan del fracaso.
Tom (Elijah Wood), es un prestigioso pianista con cierto miedo escénico que se ha preparado conciencudamente para luchar contra su mayor fobia y abandonar para siempre todos sus miedos. Enfrentándose a un multitudinario público tras cinco años de retiro, en el concierto más difícil de su carrera.
A medida que Tom, sentado al piano, toca las notas de la melodía en la complicada partitura encuentra un mensaje amenazador, un francotirador (John Cusack) le apunta a la cabeza y promete asesinarle si falla una sola nota. Tom tiene que averiguar porque quieren matarle, encontrar ayuda, mientras toca la pieza más difícil de su vida.
La sensación de que «Grand piano» no es más que un capítulo extralargo de la inolvidable serie de TV «Alfred Hitchcock presenta» se acentúa con su mal elegido final, todo lo contrario que pasaba con la sorprendente «Buried», aquí la mala elección del desenlace de esta, ya de por si poco creible historia manda al cajón del olvido a un thriller con ínfulas de clásico del género.
Su homenaje a los clásicos Alfred Hitchcock y Brian de Palma y la habilidad de Eugenio Mira con la cámara convierten a «Grand Piano» en un gran espectáculo visual de primer nivel. Su argumento y la imprecisión a la hora de engranar y engrasar todas las piezas para el tramo final convierten a la película en una partitura inacabada.
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