Analizamos la película Oslo, 31 de agosto de la mano de nuestra redactora Susana Peral. En la cartelera de cine desde este viernes 17 de enero.
Parece que la cartelera aminora su ritmo, hemos bajado de tener 13 estrenos semanales, a 8, algo más que razonable, todo sea dicho, y en este caso nos vamos a centrar en una propuesta muy de cine de autor como es Oslo, 31 de Agosto de Joachim Trier.
Andres (Anders Danielsen Lie) casi ya tiene terminado su tratamiento de desintoxicación, pero para ello tiene que pasar unas pruebas, antes de poder abandonar su centro en el campo. Entre ellas tiene que realizar una entrevista de trabajo en la ciudad, para ello le darán un día libre que además aprovechará para ver a sus amigos y familia que hace tiempo que no ve.
El era un joven de buena familia y con mucho talento; a sus 34 años se ve perdido con una carrera laboral que le cuesta retomar y con una vida que no le gusta pero no sabe como cambiar. La culpabilidad hará mella en él durante el transcurso del día, la entrevista, los reencuentros y la visión de un futuro incierto golpeado por el tiempo perdido.
Oslo, 31 de agosto es un drama sobrecogedor y nada sensacionalista, puesto que si nos paramos a meditar en ningún momentos nos enfrentamos a un escenario de lágrima fácil, si no que paulatinamente nos plantea los dilemas morales del personaje así como las zancadillas que la vida le pone a la hora de retomar las riendas de su vida, todo ello con un calma apabullante que casi hace que sea más hiriente pues esa lentitud da tiempo a reflexionar sobre cada uno de los envites que le da la vida.
Esa oportunidad que uno siempre necesita en la vida aquí no es tan evidente, si no todo lo contrario, hay un vacío existencial a su alrededor como si en cierta manera fuera casi un marginado por sus errores del pasado, que no los debemos tomar como tal, sino más bien como una debilidad del ser humano en sí.
El protagonista de Oslo, 31 de agosto, Anders Danielsen Lie, realiza una interpretación impecable, intensa y apabulladora donde los silencios y miradas se clavan cual puñales, mucho más que cualquier palabra hiriente. El dolor se refleja en su rostro, con una identidad perpleja pero impactante que no deja indiferente, porque incluso pareciendo que su personaje es un pasota a primera vista, lentamente te va trasmitiendo su dolor y su indefensión total por su vida.
Y no nos olvidemos la importancia del amor para este protagonista, algo que busca desconsoladamente al otro lado de un teléfono sin tener respuesta ni para bien ni para mal. Son esas secuencias de Oslo, 31 de agosto, tan sobrecogedoras, donde te impactan las emociones contenidas en sus mensajes.
Dentro del guión descubrimos que hay un debate interno en esta película sobre la aceptación de uno mismo y por supuesto de la sociedad; una gran dureza en la condescendencia y tolerancia de la gente hacia los demás que enfoca el egocentrismo existente hoy en día. Todo esto en Oslo, 31 de agosto está enmarcado en el entorno familiar, que resulta todavía más cruel y brutal. Y como bien digo todo ello plagado de silencios, pero con muchos desplantes afectivos que hacen mella.
Es la segunda vez que el director Joachium Trier y el actor Anders Danielsen Lie trabajan juntos, ambas ocasiones en un drama, algo que parece que al director le atrae bastante y la verdad que sabe reflejarlo y enfocarlo perfectamente, es un género que maneja muy bien. Como curiosidad contaros que Anders Danielsen Lie, aunque tiene cuatro películas a sus espaldas, la actividad de actor no es la desarrolla diariamente, sino que además es médico y lo compagino con su faceta artística.
Oslo, 31 de Agosto está basada en la novela El fuego fatuo (1931) de Pierre Drieu La Rochelle, no es la primera vez que se adapta al cine, el francés Louis Malle en el año 1963 realizó una adaptación de esta obra Le feu follet.
Como siempre es sorprendente ver como grandes propuestas como es ésta nos llegue a nuestras carteleras con tanto retraso, ya que la película noruega data del 2011, es gracias a una pequeña distribuidora como Abordar – Casa de Películas, que cree en el cine independiente, por quien tenemos el gusto de poder disfrutar de Oslo, 31 de agosto, este drama con mayúsculas con una gran dirección dentro del cine de autor, ese que se caracteriza por profundizar en las historias pero sin grandes opulencias.
Crítica de Oslo, 31 de agosto de Susana Peral.
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