sábado , octubre 12 2024

Crítica de La Venus de las Pieles. Polanski al desnudo

Nuestro redactor Gerard Fossas analiza para Cineralia la nueva película del director Roman Polanski, La venus de las pieles.

Resulta cuanto menos llamativo que las dos últimas películas de Roman Polanski hayan sido adaptaciones de obras teatrales. Sea pura coincidencia o un nuevo giro en la carrera de este director con 80 años y mucha tragedia a sus espaldas, lo cierto es que encorsetar su narrativa clásica en un solo escenario y los cuerpos que se mueven por él acentúa algunas de las cualidades más características de su cine, principalmente la subyugación kafkiana de un personaje a un lugar y a unas circunstancias pero, sobre todo, su inteligencia a la hora de moverse en espacios reducidos y precisar en la composición de planos de alto valor significante a través de un abanico de detalles casi imposibles de apreciar en su totalidad.

Crítica de La venus de las pieles

Emulando al Ingmar Bergman de Tras el Ensayo (1984), el director polaco en La Venus de las pieles encuadra la función en un decorado teatral desnudo que se va construyendo y dotando de sentido a través de la acción. No debe confundirse esta filigrana narrativa como un ejercicio metalingüístico, sino como una decisión estética en pos de la veracidad a través exhibición de las costuras del tejido de la ficción. Razones no le faltan, puesto que el juego derivado de La Venus de las Pieles se basa en presentar y enfrentar un carrusel de ambigüedades de naturaleza dispar y a distintos niveles.

Polanski vampiriza la riqueza, tanto explícita como subtextual, del libreto teatral de David Ives (basado en la novela La Venus de las pieles de Leopold von Sacher-Masoch, con ecos de Las Bacantes de Eurípides) –una fuente inagotable de subversión a lo socialmente establecido y aceptado– para referenciarse a sí mismo y convertir su última película en un ejercicio de autorreflexión sobre su vida y su carrera.

Poco a poco va fundiendo la realidad con la ficción (incorporando paulatinamente y bidireccionalmente elementos de una a la otra) con una doble pirueta, ya que además de confundir el universo interno de la película La Venus de las pieles, incorpora elementos autobiográficos al subtexto de tal forma que prácticamente vemos aparecer en pantalla al propio Polanski –su parecido con Mathieu Almaric es ciertamente razonable– psicoanalizándose a través de la deconstrucción de la masculinidad, de la identidad y de las relaciones de poder entre sexos que ofrece el texto, pero focalizándose sobre todo en su relación artística/sentimental con Emmanuelle Seigner, cuya presencia en pantalla tampoco es ninguna casualidad. Como nada en La Venus de las pieles lo es.

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Un comentario

  1. Interesantes apuntes sobre la última entrega de uno de esos autores a los que, sin ningún motivo concluyente, se le suele escamotear la condición de tal (o, al menos, no se suele hacer mucho hincapié en ella). ¿Su dispersión genérica? ¿Su ortodoxia en la caligrafía cinematográfica? Quien sabe… Pero raramente entrega una cinta que carezca de interés. Por algo será… Saludos cordiales.

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