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La gran estafa americana. De américa y sus salvadores

Hoy viernes 31 de enero se estrena en cines La gran estafa americana, nuestro redactor Ricardo Jornet la analiza para Cineralia.

Que lo primero que veamos de La Gran Estafa Americana sea un rótulo sobre negro que avisa de que “algunas de las cosas que van a ver pasaron de verdad” apela ya al terreno juguetón en el que se va a mover toda la película de David O. Russell, que con su dirección híper-vitaminizada convierte una historia con cierto sustrato verídico (el espionaje ABSCAM del FBI de finales de los setenta) en una especie de festival que se asemeja más a una montaña rusa en constante vaivén que a una crónica histórica.

La gran estafa amerciana, crítica

Russell (que no olvidemos que ya antes del extraño fenómeno que fue El lado bueno de las cosas, supuesta comedia romántica que se regodea en el lado turbio del amor, había dirigido la divertidísima y ultra-crítica Tres Reyes) mueve con brío su batuta para firmar un filme realmente destacable (nos guste o no) por su visión a ratos cínica y a ratos esperanzada, inocente, del intento de consecución del sueño americano de unos personajes en estado de gracia.

Dejémoslo claro ya: difícilmente podrá encontrarse en el cine comercial actual un elenco de actores tan alternativamente eclécticos y sobresalientes como el de La gran estafa americana: todas las nominaciones a premios, tanto para principales como para secundarios, nos parecen merecidas.

Las barreras se difuminan en un filme que parte de un protagonista para ir añadiendo caracteres igual o más interesantes que él, que tocan la tecla adecuada en la loca sinfonía rock y disco que es La Gran Estafa Americana; perdidos en sus respectivas ambiciones, actuando mal porque, al fin y al cabo, “el fin justifica los medios”, el cast entrega una verdadera introducción al arte del engaño ajeno (y propio) a la vez que juega con un interesante sustrato trágico.

En efecto, como mejor puede definirse La gran estafa americana es como tragicomedia: desde un Christian Bale con sobrepeso, timador-hormiga que se ha hecho a sí mismo e intenta regirse por un sistema de valores que acaban chocando con sus ambiciones, pasando por una histriónica pero magnífica Jennifer Lawrence, Amy Adams como una de las femme fatale con más corazón en muchos años, Bradley Cooper como un cóctel andante que mezcla a los hermanos Gibb con un matón de Scorsese, ¡Louis C.K.!, ¡Robert de Niro!…

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Russell le imprime a todo el filme un ritmo frenético que se ayuda con el uso de distintas narraciones (la idea del narrador no fiable es aquí más tangible que nunca, peleándose varios personajes por arrastrarnos a su punto de vista), flashbacks, una verdadera panoplia de exagerados travellings, actuaciones en ocasiones en el límite de la declamación y una banda sonora en la que suenan América, Donna Summer, Tom Jones, Elton John, los Bee Gees, Paul McCartney…

La gran estafa americana no es un musical, obviamente, pero algo de su estirpe hay en sus imágenes veloces y multicoloreadas, en el modo en que distintos personajes reciben sus energías de distintas canciones (impagable el Live and let die de Jennifer Lawrence o el Delilah de un sorprendente Jeremy Renner), en que el centro básico de la propuesta sea una historia de amor de esas que superan todas las embestidas del destino…

En esencia, La Gran Estafa Americana acaba siendo una puesta en escena no tanto del gran teatro del mundo como del gran Circo del mundo: personajes de carne y hueso caricaturizados (que no ridiculizados) que se mueven, son movidos por sus tejemanejes o por los de otros, dinámicamente, a través de una realidad musical, multifacética, coral.

Russell consigue pasar de la historia a la leyenda, entregando un filme que por momentos se asemeja al Scorsese más hiperactivo (sin el exagerado cinismo de su último DiCaprio, Bale pasado por un filtro en el que la redención es posible), por otros al Behind the Candelabra de Soderbergh y siempre remite a un tipo de cine en el que lo coral y espectacular, lo inmediatamente visible, sirve para intentar transmitir una idea acerca de lo inasible, lo voluble de la conducta humana, lo contradictorio de los ideales norteamericanos.

Aunque ni es perfecta ni, en nuestra opinión, se acerca a algo parecido a ello, La Gran Estafa Americana estalla en mil colores con una personalidad arrolladora; empalagosa, quizás tramposa, sí, pero innegablemente arrolladora. Como un timo de los buenos, vamos.

Una Crítica de La gran estafa americana de Ricardo Jornet.

Acerca de Ricardo Jornet

Simpático redactor de Cineralia; no tan simpático estudiante de cine.

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