La nueva película de François Ozon, Joven y bonita, narra la vida de una adolescente y su despertar sexual durante todo un año.
A partir de las estaciones temporales, el director crea episodios que empiezan con mucha luz pero que devienen en oscuridad cuando llega la más fría de ellas.
Más que del despertar sexual, lo que vemos es el poder que este ejerce cuando (como bien dice el título) eres joven y bonita. Sin duda, lo mejor del filme acaba siendo la poderosa interpretación secretista y contenciosa que crea la modelo Marine Vatch. A partir de miradas cómplices y preguntas, tan retorcidas como inoportunas, el personaje crece poco a poco, no acaba explotando pero sí tiene un lógico y claro arco de transformación. De algún modo, el viaje que emprende la protagonista en Joven y bonita, acaba siendo una ida y vuelta a los infiernos pero únicamente a ojos del espectador más conservador. Para ella, la excursión es fascinante, experimental y de mucho aprendizaje.
Un factor positivo del filme es que Ozon no pretende darnos clases de moralidad aunque, quizás, esa es la razón por la que no acaba de reventarnos en la cara. Nos tiran el pastel pero lo esquivamos escurridizamente. Incluso las escenas de sexo de Joven y bonita no indagan ni muestran demasiado. Algo extraño teniendo en cuenta un 2013 y un inicio del 2014 lleno de sexo explícito en las pantallas que además, en algunos casos, procede del mismo país (La vida de Adèle y/o El desconocido del lago). François Ozon hubiera tenido que arriesgar más en ese sentido, de algún modo hubiésemos entendido mejor las decisiones y los actos de la protagonista.
Al final es una decisión de contención que será positiva o negativa según se mire pero, al no dotar a la historia de clímax realmente elevados, la narrativa deriva hacia la lentitud y la pesadez que, por otro lado, se compensa con algunas bellas escenas acompañadas de hipnóticos temas musicales.
El cuento de princesa melancólica y triste que propone el director francés en Joven y bonita tiene demasiados lugares comunes y es algo previsible. Una lástima, podría haber sido más de lo que es.
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