El corazón de «Una Noche», el primer filme de Lucy Mulloy, bate al ritmo de los guettos de La Habana al contar una historia de esperanza en la desesperanza protagonizada por tres jóvenes cubanos que deciden probar suerte en Estados Unidos llegando hasta Miami en una balsa casera.
Sorprendente ópera prima de una cineasta apenas formada en la dirección de algunos cortos documentales, «Una Noche» es un buen ejemplo de los derroteros tomados últimamente por el cine social de largo recorrido en festivales: un trabajo de dirección óptimo, casi totalmente fundado en el digital, acompaña y refuerza una trama que ahonda en las desigualdades de la actual Cuba comunista, contradicción andante, sueño de la colectividad que acaba aplastando a aquellos que pretendió salvar para erigir hoteles de lujo sobre sus tumbas. Mulloy, cuyo proyecto fue apadrinado de manera temprana por Spike Lee, abanderado del cine de la diferencia, se encarga también del guión de un filme que principalmente narra las horas previas a la huida del país, en una precaria balsa, que deciden emprender tres jóvenes de la capital cubana sin muchas expectativas de futuro.
El largo trabajo de investigación sobre el terreno de Mulloy se deja sentir en un filme con un marcado tono realista que retrata de manera casi hiriente para el público occidental pudiente las condiciones de vida de las clases bajas cubanas, con un trabajo de cámara al hombro que se mantiene casi siempre a ras de las sucias paredes, a ras del asfalto caliente; la cámara parece bailar por momentos en un filme que oscila entre el documental salvaje y la poesía de la contemplación del paisaje, en los momentos puntuales en los que Mulloy se permite contemplar La Habana desde las alturas, metrópolis salvaje que juega con las almas de los protagonistas. La influencia de obras como «Ciudad de Dios», aquella sobre las favelas brasileñas, se deja sentir en un filme que, aunque no alcanza el barroquismo formal de la película de Meirelles, debe mucho al trabajo de este cineasta sobre las clases populares.
Como actuando de contrapeso autoral hacia este realismo, el guión se mueve por caminos que no son siempre precisamente los del naturalismo, jugando con la voz en off (por momentos, eso sí, pesada) y entregando un tramo final apabullante que deja de lado las constantes del cine social y de barrio para entregar una pieza casi de género fundada en el suspense. Efectivamente, esa noche a la que alude el título tarda en llegar, y lo hace sólo tras habérsenos explicado por separado las historias de los tres protagonistas; pero cuando llega, lo hace de manera desgarrada y salvaje. Una vez en la embarcación que tenía que llevarles hasta Miami, las condiciones climáticas y la poco amable fauna submarina convierten los últimos compases del filme en una pesadilla que en muchos casos gana por goleada a toda la acción que se ha venido narrando anteriormente, por lo desnudo de su propuesta y por la buena dosificación de la tensión creciente.
En este sentido, a esta consecución del realismo contribuyen enormemente los tres actores protagonistas, Javier Nuñez Florian, Anailin de la Rua de la Torre y Dariel Arrechada, jóvenes sin experiencia previa ante las cámaras a los que poco les queda para convertirse directamente en los personajes; de hecho, en uno de esos giros que demuestran que la realidad supera a la ficción, dos de ellos se escaparon de la premiere estadounidense del filme para poder disfrutar durante unas horas de la absurda tierra prometida que representa EEUU para algunos.
Aun poseyendo un guión irregular que denota, como toda buena ópera prima, que su autora todavía está ensayando para lo que vendrá en un futuro, «Una Noche» tiene la cualidad de cumplir con lo que promete cualquier película de su tipo (un retrato fiel de las condiciones de vida y los anhelos de una clase social olvidada por los medios oficiales) y además de darle un giro con un valiente tramo final que hace despegar la propuesta en conjunto; antes de acabar cabe hacer la ya cansina reflexión: es interesante que un filme como este, que sugiere nuevas formas de enfrentarse a problemas sociales plantando su bandera de forma valiente, haya tardado dos años en llegar hasta nuestro país.