Con motivo del estreno en cine de la recomendable comedia La vida inesperada, tuvimos ocasión en Cineralia de entrevistar a Javier Cámara y Raúl Arévalo.
Los dos actores españoles Javier Cámara y Raúl Arévalo protagonizan esta película a las órdenes de Jorge Torregrossa (Fin).
En La vida inesperada Juanito (Javier Cámara) es un actor que se fue a la ciudad de Nueva York para triunfar. Los años han pasado, no ha conseguido el ansiado éxito que esperaba, y en la actualidad se gana la vida currando en lo que puede.
De pronto, un día llega de visita su primo (Raúl Arévalo), en apariencia un triunfador que posee «todo lo que uno quisiera tener». Sin embargo, la complicada convivencia entre ambos irá destapando la realidad que se oculta detrás de cada uno de ellos.
Nuestra redactora Susana Peral tuvo la ocasión de entrevistar a ambos para Cineralia.com y así averiguar un poquito más sobre los entresijos de la película y ante todo compartir un rato divertido con Javier Cámara y Raúl Arévalo, esta pedazo de pareja de actores españoles que además de grandes interpretando son grandes cómo personas.
- La vida Inesperada es una película llena de sueños, dentro de un escenario tan dado a ello como Nueva York. ¿De dónde surgió la idea?
Javier Cámara: Esta película nació junto a Elvira Lindo, en el año 2003, durante el estreno de Hable con ella en Nueva York. La historia en si es una especie de sueño entre lo ficticio y lo real, de ahí ese tono tan melancólico, pero al mismo tiempo cómico y emotivo. Nos fascinaba poder rodar en Nueva York pero era difícil imaginarlo. Entonces surgió la tozuda, la soñadora, de Elvira Lindo, mientras nosotros siempre decíamos “dios mio, pero rodar en Nueva York es ¡carísimo! y más con este guión”, ella decía “lo vamos a conseguir, chicos ¡lo vamos a conseguir!”. Eso sin duda ha sido una de las cosas más bonitas e interesantes del proyecto.
¿Los personajes? Al respecto de los personajes los conocemos todos. Hay Juanitos en cualquier parte de la vida real, en Nueva York, en Madrid, en cualquier sitio. Puede ser que lleve un gorro de cocinar, una máscara de actor, o cualquier otra cosa. Conocemos sus frustraciones, los sueños comunes. En fin, lo inesperado de la vida.
Entrevista a Javier Cámara y Raúl Arévalo.
- ¿Javier ahora que ya tienes el tan ansiado y merecido Goya debajo del brazo ya puedes tutear a Raúl, Javier? ¿Cómo es la vida con un Goya?
J.C.: Bueno es que antes lo tenía él, y le decía «tú eres más joven que yo y tienes un Goya, ya, ¿qué hago?” (risas). Me acuerdo también, en referencia a Vivir es fácil, que teníamos alguna duda y David Trueba nos decía: “vamos a preguntarle a Francesc Collomer, que tiene 15 años y ya tiene un Goya”. (Más risas).
La verdad que muy bien. Está encima del piano, en casa, y hasta mi hermana le ha hecho un gorrito (Risas). Lo que pasa que me da cosa hacer un Instagram porque me digo a mi mismo: “parece que le falto el respeto al Goya, oye”. Es una foto que me niego todavía a hacer.
Entrevista a Javier Cámara y Raúl Arévalo.
- En base a la película y como termina, ¿cuándo creéis que llegó el momento de tomar ese plan B, el que todos deberíamos tener?
R.A.: El plan B viene, ¿no? El plan B abres de repente la puerta y está ahí. Ahí gente que es previsora, muy pragmática y siempre tiene algo de recambio, por miedo a quedarse de repente con el culo al aire (risas). Eso típico de “yo por si acaso, voy a sacarme esa carrera, que nunca se sabe las vueltas que da la vida”. Y luego hay otros que viven la vida de otra manera, que el plan B llega de repente, como en el caso de nuestros personajes. A uno le llega cuando tiene que llegar, si llega.
J.C.: Ahi veces que abres la puerta y el plan B están ahí. De ti depende cerrar la puerta o traspasarla. Yo creo que esta película en ese sentido va de eso. El mundo es de valientes, de los pocos que se atreven. Las historias varían desde un tío que va en su coche en busca de John Lennon, o otro que se marcha a vivir a Nueva York, a trabajar cómo actor en la ciudad más difícil, a cumplir su sueño. Hace falta una increíble mezcla de idealismo y de tozudez, de abandonar a tu familia, a los que más quieres para salir en busca de tu sueño. Ahí están los giros inesperados de la vida.
- Los españoles solemos ser muy críticos cuando viene un director extranjero como Woody Allen, por ejemplo y nos retrata en sus películas. ¿Cómo creéis que verá el público americano esta forma nuestra de retratar Nueva York?
R.A.: Es un Nueva York especial retratado por españoles, no creo que ellos vayan a opinar sobre nuestra forma de verlo.
J.C.: En Nueva York entras en la librería Strand, en el mismo Broadway, y hay 4 plantas distintas dedicadas a Nueva York. Nueva York según los judíos, los italianos. Nueva York es una ciudad tan retratada por el mundo entero, la tenemos todos tan dentro, qué van a pensar a estas alturas. Ellos jamás piensan en el acento, somos nosotros mismos los que nos obsesionamos con ese asunto. Están tan tremendamente acostumbrados a convivir con gente de todas las nacionalidades, de todos los acentos. Cualquiera que vea una serie USA se da cuenta de ello.
Aquí en España es diferente, tratamos de que un argentino tenga que cambiar su acento para convertirse en el padre de una niña. Pero con la cantidad de variedad que tenemos en el acento español, ¿cómo no va a ser creíble?.
- Me quedé muy impresionado con el final, un final muy valiente. ¿Cómo creéis que reaccionará el público ante un final inesperado? ¿Creéis que van a saber verle toda la enjundia que tiene, todo el significado?
J.C.: A mi me gusta mucho ese final, cómo se ha hecho y cómo lo interpreta Raúl, porque al final es un personaje muy difícil de defender. Es tremendamente valiente tanto por escritura cómo por la interpretación. Un personaje juzgado. Es más cuando Elvira lo planteó, era más cruel.
R.A.: La vida inesperada no es una película de moralejas, es de preguntas. Cada uno lo interpreta según le pilla. Es muy curioso cómo, hablas de esto con gente que ya ha visto la película, y cada uno le da una interpretación al final. Si nunca has vivido esta situación lo ves y ya está, pero si la has vivido, te duele. Yo, personalmente, lo veo ni bonito ni feo, pero eso si, como un final que me da ganas de vivir.
Lo más maravilloso del cine es eso. Una periodista me comentaba «Qué cobarde por no hacer eso». Ya, pero yo la veía haciendo de psicólogo barato, y pensaba «¡tu tampoco lo harías! (risas) y te jode que el personaje no lo haga». Cuando ves Kill Bill y ves a Uma Thurman reventar cabezas piensas que nunca lo harías, pero te encanta verla cómo lo hace.
Entrevista a Javier Cámara y Raúl Arévalo.
- La vida inesperada es una comedia meláncolica, y quería saber que pensábais ¿Quién manda más en el guión la razón o el corazón?
J.C.: Yo creo que Elvira es una persona que se deja llevar más por el corazón, luego lo vertebra muy bien, sabe escribir muy bien y sabe disimular. Pero de repente es una mujer de corazonadas y de impulsos y esta película yo creo que es de esas de corazonadas e impulsos. Además Elvira sabe escribir muy bien la comedia, dónde los momentos divertidos son muy divertidos, pero al mismo tiempo es una comedia madura, una comedia de deseperanzas, de amor.
- ¿Y la experiencia de vivir durante varias semanas en la ciudad de Nueva York? Porque aunque La vida inesperada no es una peli que caiga en tópicos, sí somos testigos de cuando el personaje de Raúl aterriza en Nueva York trae consigo productos españoles.
- En el tiempo que duró el rodaje, ¿qué habéis echado más de menos?
Raúl Arévalo: (Entre risas) ¡La comida te aseguro que no, nos poníamos finos!. Imagino que todo será un tópico, pero si hubiera pasado allí más tiempo terminaría echando de menos el buen jamón. Pero tampoco dio tiempo a eso (Más risas).
J.C.: La verdad es que tuvimos la suerte de vivir en un barrio de puta madre, hay que reconocerlo (risas). Estuvimos viviendo debajo de un restaurante de nombre Momofuku, un sitio super chic con colas tremendas, y nosotros siempre llegábamos a ciertas horas y entrábamos directos, ¡teníamos trucos! (risas). Nueva York quizás sea la ciudad donde se come mejor en todo el mundo. Y se vive bien, muy bien.
Ese tópico que ya conocemos todos de «¿cómo en España no se vive en ningún lado?» Pues hay sitios en donde se vive de puta madre, y la ciudad de Nueva York es uno de ellos. Tanto el director Jorge Torregrossa cómo Elvira Lindo viven allí de manera asidua y se la conocen de pe a pa, era cuestión de una llamada y estaba hecho, los mejores sitios de la ciudad. ¡Nueva York es una maravilla para comer! Lo único que queríamos era gastarnos las dietas en los mejores restaurantes. Nos gastamos todas las dietas y volvimos sin un duro.
R.A.: (Risas) Pero desayunábamos…. espectacular. Y si sólo fueran los restaurantes… ¡Carmen Ruiz vió no se cuantos shows de Broadway, prácticamente la cartelera entera!
- Ya es la tercera vez que coincidís en el cine y es latente la química que os une en la pantalla, ¿cómo ha sido este reencuentro Javier Cámara y Raúl Arévalo?
R.A.: (Entre risas) Os recuerdo que es la cuarta… Hay una primera que para mi amigo Javi no existe. Ambos hicimos Los abajos firmantes, una película dónde dije mis primeras frases y se las dije a él además, pero cómo podéis ver no se acuerda.
J.C.: Raúl me perdona mucho, pero bueno, ¡lo dejaremos en tres y media! Yo creo que llegará día en que nos cansaremos, pero por ahora estamos on the top of the roof.
R.A.: Además había que añadirle Nueva York, y hacer de primos y juntos en todas las escenas, en el momento más adecuado, cuando tenemos una relación casi familiar. Era un trabajo que ya casi teníamos hecho.
J.C.: Hay una foto que lo define todo, preciosa (Risas) que hizo Carmen en el edificio de apartamentos, estábamos Raúl y yo, puerta con puerta y en calzoncillos, estábamos en la escalera charlando y apoyados en la barandilla.
Después cuando la veo me digo a mi mismo: “¿ves? Eso fue lo que pasó en el rodaje». Lo mismo que en una gira teatral, vivíamos juntos casi todo el día. Salvo dormir (Risas), que también podía haber sido.
Entrevista a Javier Cámara y Raúl Arévalo
- ¿Cómo fue la preparación para un papel ficticio pero a la vez tan real, tan lleno de historias reales y que todos conocemos?
camara0 J.C.: Me da la sensación de que esta película la he ido investigando a lo largo de todos los años de preparación y a través de todas las manos por las que ha pasado. La realidad te la encuentras siempre de frente. Hay un momento donde te pones el traje de faena, y después de una cierta experiencia, sabes instintivamente cómo hacer una serie de cosas y cómo llevarlas hacia uno u otro lado. Hay un momento donde llegas a Nueva York y te enfrentas a esa nueva realidad. Al hilo de lo que me preguntabas sí que recuerdo con curiosidad el rodaje de las escenas de teatro, cuando vinieron la figuración. Entre toma y toma estaba concentrado, y noté que uno de esos actores secundarios estaba bastante afligido. CARMEN, que es muy cariñosa, sugirió que nos diéramos un abrazo grupal, como si fuéramos los ‘tinky-winkis’ (risas). Y el chico simplemente dijo: “perdonadme, es que joder, estáis contando mi vida”. Ahí caí. Me vino el síndrome del impostor. Nos pasa a todos. Te pasa a ti, pero también me pasó a mi hace 20 años cuando me vine de mi pueblo. Pero Nueva York es otra historia. Otro estado mental y emocional. Ahí empezó a estar Juanito dentro de mi. Esto va en serio, pies en la tierra, por la gente que no quiere dejar de perseguir sus sueños. Entre lloros y lloros, conseguimos hacerlo.
- Después decenas de películas y proyectos ¿Cuál ha sido vuestro mayor miedo a la hora de enfrentaros a La vida inesperada?
R.A.: No lo siento ni cómo un riesgo, ni cómo un miedo, sino como un gran regalo. Aunque el tema del inglés claro que era un gran reto para mi, pero me sentí muy arropado por Jorge, por Javier, tenía un gran profesor, por lo que al final tampoco me quitaba el sueño. Un reto, sí, pero tampoco tiene nada que ver con lo que le pasó a nuestro amigo Álex González, se fue a rodar los X-Men el sólo, sin tener ni idea de inglés, y con un equipo completamente americano, y el pobre no se enteraba de nada y nadie hablaba español. Eso sí me parece un miedo (Risas).
J.C.: Fuí a visitarle a Londres, a Álex, y me dijo que ya se iba enterando, pero que nadie le hablaba. No hablas inglés y estás en un rodaje americano, con un director americano, con actores americanos, en Londres y en Pinewood, que son unos estudios gigantescos. Sí, eres muy majo, te conocen en España, pero aquí nadie te conoce, y no hablas el idioma. Todos los que se van para allá, Penélope Cruz, Antonio Banderas, me parecen unos valientes, cualquiera de los secundarios de La vida inesperada también.
- Ya que hablamos del final, yo quería hablar del principio, con esos guiños a Woody Allen, habéis rodado en la ciudad de Woody Allen. ¿Cómo fue sumergirse en ese aire del Nuevo York de Woody y qué película de Allen os hubiera gustado protagonizar?
R.A.: ¿Yo de Woody Allen? Cualquiera, la que sea, ¡hasta las que no me gustan! Y no sólo de Allen, de Scorsese, de todas esas películas con las que nos hemos criado y hemos visto desde muy pequeños en Nueva York. Además, aparte de que Torregrossa cómo buen erudito del cine se conoce cada rincón de Nueva York y empezaba. «Ahí Scorsese rodó Malas Calles, allí rodó El Padrino».
J.C.: Ahí compra la leche Tom Cruise, en ese otro lugar Nicole Kidman le dijo a Tom que no (risas). Yo soy muy torpe para todo eso, pero debo reconocer que rodando una escena Jorge me dijo en esa casa de ahí vivía Marilyn Monroe con Arthur Miller y enfrente Truman Capote que les espiaba y no se llevaban nada bien, y le dije «Joder tio te lo sabes todo». Por Madrid sin embargo no vamos diciendo eso, pero la ciudad de Nueva York da pie.
Gracias a Javier Cámara y Raúl Arévalo por esta inesperada entrevista. Suerte en los próximos proyectos, la merecéis.
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