Un potente reparto, monstruos gigantescos del tamaño de rascacielos y un presupuesto de altura para este poco acertado homenaje a Godzilla.
Y que conste en acta, la película comienza de manera sublime en un primer tramo de presentación de los personajes repleto de tensión, drama humano (Volveremos a este punto) y realismo, obligando al ávido espectador a permanecer frente a la pantalla y sin parpadear dado lo frenético de los acontecimientos. Quizás se le pueda achacar cierta falta de originalidad, pero es compensado por un arranque a la altura del Rey de los monstruos.
Dos actores copan el peso de la trama durante estos primeros compases, una mujer interpretada por Juliette Binoche y su marido Bryan Cranston (El Walter White de Breaking Bad), sin duda y desgraciadamente, lo mejor de todo el metraje. Un matrimonio, que trabaja en una central nuclear de Japón, que pronto se verá inmerso en un caos de destrucción provocado por un hecho desconocido que provoca miles de millones de muertes.
15 años después…
La acción nos traslada a 15 años después, un joven militar Aaron Johnson recibe una llamada, su padre ha sido detenido en la zona del desastre nuclear empeñado en desentrañar el misterio que rodeó el incidente que costó la vida a un ser querido y que las más altas instancias se empeñan en ocultar. Ese empeño llevará a padre e hijo al epicentro del caos y la destrucción dónde muy pronto un ser alimentado por la arrogancia del ser humano despertará para poner en peligro a toda la tierra. Además no llega solo, desde la otra punta del mundo otro de su especie promete formar alianza y destruir todo vestigio de humanidad.
¿Que fue del drama humano?
Hasta aquí el desarrollo de la trama aunque previsible, es acertado, pero pronto las licencias arguméntales en pos de la presentación del monstruo dan al traste con todo el ingenio, y los millones de dólares del presupuesto aplastan sin piedad todo las bondades iniciales. Su director Gareth Edwards suprime desde ese momento cualquier vestigio de drama humano (Y ya van dos), para ofrecer un blockbuster sin alma más cercano a una costosa peli de serie B que al homenaje definitivo a la bestia más famosa de la historia del cine.
Ni Godzilla evita el desastre
Ni la esperada aparición del Rey de los monstruos, Godzilla, para enfrentarse a las dos amenazadoras bestias y salvar a la humanidad (No sabemos bien porque, explicaciones las justas) es capaz de sustentar un largometraje ostentoso y olvidable que recuerda demasiado a otras de su género.
Además no entendemos ni compartimos en ningún momento la necesidad de la eliminación del mejor personaje de la película, además un fallecimiento absurdo y falto de toda épica, convertido con el paso de los minutos en un error demasiado obvio.
Prescindible 3D
Su efecto estereoscópico tampoco es para nada reseñable, más cercano a fuegos de artificio que al efecto 3D que todos esperábamos.
Quizás los seguidores de Godzilla, un monstruo con 32 películas en su haber, sepan apreciar los guiños y homenajes a toda la saga nacida allá por 1954 con el film Gojira, convertido en una referencia para la cultura japonesa, un enorme dinosaurio mutante, capaz de destruir y al mismo tiempo salvar a la ciudad de Tokio y al resto de la humanidad.
Para mi esta nueva versión de Godzilla no deja de ser un blockbuster falto de drama humano (Tercera y última), un ejercicio de acción que adolece sobretodo en su segunda mitad de la chispa y la diversión que se le presuponía.
Sinceramente, para ver a enormes monstruos pisoteando rascacielos me quedo con Pacific Rim.
Rafael Calderón Luna. Nota: 6,0
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