Esta semana se ha estrenado la última película del director rumano Calin Peter Netzer, siendo esta su tercera película, y haciendo sido galardonada con el Oso de Oro (mejor película).
Además Madre e hijo ganó el Premio Fipresci de la crítica internacional en el Festival de cine de Berlín 2013.
Madre e hijo también recogió 8 premios Gopo, que son los máximos galardones que otorga la Academia de Cine Rumano. En España la distribución corre a cargo de Golem Distribución.
Una noche Barbu tiene un trágico accidente donde muere un joven de 14 años. La noticia le llega a su madre Cornelia, con quien no tiene muy buena relación, pues él ha decidido ser totalmente independiente de su familia, y es algo que su madre, absorbente con él a toda costa no comprende. Pero en estos momentos difíciles su postura será la de ayudar a su descendiente a salir del embrollo en el que se encuentra metido, sin que le pida parecer al respecto, de todo lo que quiere hacer al respecto, incluso utilizar sus influencias de clase alta.
¿Serán capaces madre e hijo de superar sus vicisitudes anteriores ante el drama que se encuentran ahora mismo inmersos? O por el contrario ¿será el detonante final para que cada uno ponga en su sitio al contrario y ver las cartas al descubierto de cada uno?
Sorprendentes varias conversaciones existentes en la película que son las que describen con mayor detalle al hijo, ese personaje tan presente pero que no siempre es el que aparece en pantalla, pero sí en los diálogos de los demás y que le describen a la perfección, con matices que dan sentido a lo que ocurre en el interior del personaje y que afecta a todo su alrededor.
Además de todo lo que está inmerso en ese mundo extraño y absorbente materno filial que refleja Madre e hijo, el guión esconde muchos matices que describen los bajos fondos humanos con la corrupción sobresaliente a flote, ya sea la clase social que sea, ahí no se crean distinciones. Incluso salen mejor parados moralmente aquellos que no tienen nada, que los que aparentemente sí.
La pequeña línea que separa la posesión y el desarraigo, es como una pura metáfora donde se describe que del amor al odio a un paso. Todo tan distante pero al mismo tan ligado. Madre e hijo son de esas relaciones que te producen rechazo al mismo tiempo que pena, por lo que se pierden, por su personalidad y su egoísmo central que no distinguen y que les presiona hasta la saciedad.
En Madre e hijo la cámara hace un ejercicio de juicio de cada personaje, lo persigue en cada mirada que cuenta más que las palabras, y nos describe a cada uno de ellos con sus defectos y virtudes, dejando siempre al descubierto los enfrentamientos existentes entre los personajes principales.
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