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Crítica de El hijo del otro. Un drama intimista plagado de grandes interpretaciones

En el año 2012 esta película francesa de la directora Lorraine Lévy, ganó en el Festival de Tokyo los premios a Mejor Película y Mejor Dirección y este viernes 6 de junio llegó a nuestras carteleras.

En El Hijo del otro, Joseph quiere entrar en el ejército israelí, como su padre, pero al hacerse un reconocimiento descubre que no es hijo biológico de sus padres. Cuando nació, en medio de la guerra, fue entregado a la que ahora por error, fue cambiado por Yacine, que ahora vive con una familia palestina, que viven en la zona ocupada de Cisjordania. Todo se desmorona en ambas familias, ahora todos tienen que valorar si quieren encontrar toda la verdad o seguir con sus vidas, con todas las diferencias culturales y sociales que existen entre esos dos jóvenes que se debaten en encontrar su propia identidad.

Crítica de El hijo del otro

Si hace ya un año triunfaba en Cannes con De tal padre, tal hijo el director japonés Hirokazu Koreeda dilucidando sobre el amor paterno filial, en cuanto a sangre o meramente convivencia, preguntándose qué es lo que más une al final, nos encontramos ahora con El hijo del otro que se centra en una historia similar, con personajes más adultos, pero además con un entorno de conflicto de político social que hace más aguda la temática.

El hijo del otro, en cierta forma nos remonta y retoma en la retina otras películas cuyo contexto político se mostraba ya, como en Una botella en el mar de Gaza, y también aunque más distanciada pero un poco similar el fondo Hijos de la medianoche, donde los cambios de familia es un giro importante en la trama. Pero aún así aunque la película contenga o rememore a otras cintas ya vistas, he de reconocer que ésta propuesta es mucho más consistente y que cubre mucho más marcos que el resto de las películas nombradas.

Aquí nos encontramos con un debate mucho más amplio, primero la paternidad y maternidad, después los arraigos religiosos, los conflictos políticos, incluyendo sobre todo no solo a los padres, madres e hijos, sino también a los hermanos y amigos que son determinantes en ver las marginaciones que se pueden llegar a producir al desvelarse una verdad que puede les distancie y borre todo el pasado vivido.

El guión de El Hijo del otro es profundo, incisivo en los sentimientos por todas las partes, reflejando a la perfección el amor familiar y la necesidad de conocer un terreno desconocido peligroso pero al fin y al cabo íntimo y familiar. Hay que alabar la sutilidad y entereza que se muestra en todo el metraje, la cámara sigue a los personajes principales con gran sigilo pero observando sus miradas y movimientos y dejando en exposición lo que sienten pero con miedo a desnudarse emocionalmente.

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Aunque pudiera parecer que se pudiera decantar por algún lado en el terreno político social, lo que hace es simplemente mostrar unos hechos dentro de un conflicto ya conocido, pero sin tomar parte, expone los extremos en religión y política y lo que ello influye a cada persona, pero para dejar a debate del espectador, que irá captando matices que definen a cada una de las partes.

Si tuviera que definir El hijo del otro, diría que es un drama intimista mezclado por origen, cultura y religión, intentando buscar el lugar del amor materno y paterno filial, y una lucha por la identidad personal.

Todos los personajes están muy bien trazados, cada uno contiene algo que les hace diferentes, y son como piezas de un puzle que finalmente deberían encajar o no. Eso sí lo que hay que destacar es las buenas actuaciones de todos los actores, y que plasman la actitud de cada uno para bien o para mal.

Acerca de Susana Peral

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