Parece que está muy de moda adaptar las obras literarias, en esta ocasión nos centramos en la adaptación al celuloide de la novela homónima de Catherine MacPhail.
Mi otro yo, está dirigida por la española Isabel Coixet.
Fay (Sophie Turner) es una joven que lleva una vida normal, hasta que una enfermedad llega a su casa, y deja a su padre en silla de ruedas y bajo una gran depresión. A partir de ahí todo da un vuelco, su madre, padre y ella se distancian en ellos, y aunque ella parece ser una chica muy social, se encierra en sí misma. Además de un tiempo a esta parte se siente observada y sobre todo como si la controlasen y se hicieran pasar por ella. Poco a poco irá descubriendo secretos familiares que harán que piense más todavía en la posibilidad de estar bajo la influencia de otra persona que usurpe su identidad.
¿Cómo catalogar Mi otro yo?, difícil la verdad, pero personalmente no me atrevería nunca a decir que este guión está dentro del género de terror ni mucho menos, a no ser que este género en sí esté perdiendo garra en la gran pantalla. Podríamos decir que nos enfrentamos a un thriller psicológico eso sí, pero además no podemos perder de vista que no deja de ser un drama, y aunque muchos digan que la directora Isabel Coixet, ha dejado atrás esta faceta con este film, no estoy de acuerdo, demasiada carga dramática en todo momento.
Después de visionar Mi otro yo, solo me hice una pregunta, ¿Qué hay de Isabel Coixet en esta película? Porque el giro es radical, no tiene nada que ver con ninguno de sus trabajos anteriores, dirigido a otro público, con otra estética y mensaje. Bueno solo hay que algo en común con el resto de sus trabajos, la culpa implícita en los personajes, porque Coixet es una experta en desarrollar personajes con culpabilidad rebosando por todos sus poros.
Mi otro yo está llena de tópicos de thriller psicológico, es una mescolanza o mix de muchas cintas ya visionadas, no hay nada de original en la misma. Si hace pocos meses teníamos en cartelera un drama psicológico como Enemy de Denis Villeneuve, y muchos decíamos que era totalmente surrealista, pero al menos el director te mantiene en constante intriga y te busca las tuercas a la imaginación e interpretación, aquí no hay ese hándicap, al menos para mí, cuando terminó la proyección ni me pregunté, ni el por qué ni cómo de un final abierto a libre interpretación. Eso solo puede ser por una razón, la película no me llegó.
Que técnicamente está muy bien, no lo dudo, que las actuaciones son correctas, tampoco, pero falta que te enganche en cuanto a temática y desarrollo. Que quedas pendiente de un hilo en un tema confuso y sin ritmo.
Como he dicho antes, Coixet vuelve a incidir en la culpabilidad y el drama, y quizá para mi gusto es lo único destacable de la cinta, pues al final le presté mucho más atención a esa parte de la película y a la pareja que se encuentra inmersa en ese drama, que en la posible intriga que me pudiera mostrar pues no me parecía creíble.
He de decir que no conocía a la actriz principal Sophie Turner, que parece ser que una de las protagonistas de Juego de Tronos, perdón por mi ignorancia en cuanto a series, pero no he visionado ni un capítulo de la misma, tiene que haber de todo. Eso sí diría que la actriz, se vio en repetidas ocasiones Cisne negro, pues recuerda mucho su interpretación en Mi otro yo a la de dicha película e incluso una toma en concreto también, por eso digo anteriormente lo del mix de películas, pues entre túneles, espejos y demás recuerda a muchas, excesivos tópicos.
Y queréis que os diga, por mucho que me digan muchos me quedo de lejos con cintas como Ayer no termina nunca y La vida secretas de las palabras donde el intimismo y reflexión son marca de la casa Coixet y me engancha.
No hay comentarios
Pingback: Crítica de Aprendiendo a conducir