Historia basada en el libro de Jonas Jonasson, comedia disparatada, tan surrealista como sus propios personajes.
He de confesar que esperaba impaciente el estreno de la película, pues quería pasar un buen rato recordando la lectura del libro y, ya de paso, poder reír al igual que hice en su momento, pero esta vez en mi lugar favorito, la butaca.
No resulta fácil adaptar fielmente al cine una obra literaria y, por tanto, realizar a partir de esta una gran película. Así que, teniendo en cuenta esta dificultad añadida, más lo es aún, si llegas con grandes expectativas puestas en lo que vas a ver. En verdad, el director Felix Herngren de algún modo lo consigue, pues la versión cinematográfica es fiel a la historia original y pese a ello no acaba de convencer de la misma manera en su conjunto. La elección de la banda sonora no resulta del todo acertada, pues pese a que evoca a película de aventuras, parece no acompasar a las imágenes que se ven en la pantalla.
La historia en si es absurda y está marcada por un personaje al que las circunstancias le van llevando por diversos caminos, todos ellos guiado por el deseo, intermitente, de explotar cosas. La casualidad forma parte importante de la vida de este abuelo, ya que sin proponérselo, va dejando que las cosas vayan sucediendo como tienen que pasar. Y entre esas cosas que pasan, hay que destacar que algunas sí son divertidas y son las que salvan esta película que a veces resulta tremendamente simple. El director necesita de 2 horas (114 minutos para ser exactos), para contarnos una historia que pasados los primeros 60 minutos resulta pesada, plana y que los continuos saltos de tiempo, en los que el viejo protagonista (Allan Karlsson) nos cuenta su vida desde niño, no paran de sucederse.
El abuelo (Allan), escapa de la residencia el día de su 100 cumpleaños, e inicia una aventura con una maleta robada, la cual añade algo de suspense a la historia. Sin embargo los saltos de tiempo, pueden llegar en algún momento a sacarte de la trama principal. A lo largo de su vida como especialista en explosivos, conocerá a muy diversas personalidades y he de reconocer que la escena de baile con Stalin y el momento en que el Generalísimo se arranca por sevillanas, no tienen ningún desperdicio. Por lo demás, el personaje en sí mismo es torpe e ingenuo, aún así, se basta de la picaresca para salir airoso de las más disparatadas situaciones en las que se ve envuelto él y los que le rodean.
Una vez terminada, asimilando lo que acabas de ver, recuerdas algo entretenido que en ocasiones te ha hecho reír, pero no tanto como podría llegar a haberlo hecho. Los espectadores que sí hayan leido “el abuelo que saltó por la ventana y se largó”, quizá la encuentren algo simple y los que no, les resultará una historia curiosa, diferente y con momentos que, aún siendo divertidos, son bastante mejorables.
Por lo demás, película para todos los públicos, que vale la pena ver en el cine, pero que no recordarás entre las mejores comedias.
NOTA: 6
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