La última película de los hermanos Dardenne dio el pistoletazo de salida al recién terminado Festival de la Seminci, sin ningún galardón, pero hay que reconocer que la película es tremendamente actual y necesaria, para concienciar mentes.
En Dos días, una noche Sandra (Marion Cotillard) después de tener una baja laboral quiere retomar su empleo, pero encuentra con un gran problema se quieren cargar su puesto, incrementando con una extra de esta forma a sus compañeros, la mayoría lo han cogido, pero su jefe gracias a otra compañera, le da la oportunidad de hacer cambiar de opinión a sus compañeros, todo ello en un fin de semana, su amiga y su marido apoya a Sandra, pero ¿tendrá ella fuerzas suficientes y el valor para enfrentarse a este gran reto de superación y pedirles un favor a sus compañeros?
El guión de Dos días, una noche es un paseo por las diferencias humanas, por los distintos comportamientos ante una misma disyuntiva cotidiana, que no implica que sea de menor importancia o relevancia, todo lo contrario lo diario en ocasiones es todo lo contrario, lo que nos oprime, nos preocupa y cuesta sacar adelante, aunque como siempre los problemas pueden surgir de la nada.
Aquí los Dardenne se han centrado en un hecho habitual y cada vez más, el mundo laboral y sus pisotones por mantenerse, una clase magistral de respeto, honradez, solidaridad y comprensión es lo que esconde la película.
Dos días, una noche contiene una estética fría y conmovedora con una cámara casi en mano, siguiendo a la protagonista, cada movimiento, cada gesto que son extremadamente meticuloso, pero nada forzado, Marion Cotillard que está sublime, hace un ejercicio de contención, una interpretación de dolor contenido en su semblante que trasmite gran sensibilidad. Un papel complejo derruido y marcado, pero a la vez que renace de sus cenizas dando una lección de supervivencia, eso sí con altibajos, en el papel no en la interpretación que no se le puede poner ningún pero.
Además algo a destacar en Dos días, una noche y que realza el dramatismo que contiene el guión, es la falta de música de fondo, solo suenan dos canciones y es en la radio del coche, en todo el metraje, todo es música ambiente, impregnando de un gran carga emocional a la historia, con gran realismo. De esta forma el espectador se ve inmerso más en la trama conecta más con los protagonistas, con sus vidas y sus sentimientos, no hay nada que le distraiga de los diálogos complejos aunque simples, que esconden mucho de psicoanálisis y de diferenciar personalidades.
En cierta forma los hermanos Dardenne no hacen otra cosa que creer un debate social, ante las injusticias laborales o como los empresarios enfrenta a sus empleados, creando una rivalidad laboral, tan innecesaria como cruel.
Al final al terminar la película uno se da cuenta, con el desasosiego interno que le dejan los títulos de crédito y el visionado de la película, que lo que nos cuentan es una simple historia de superación personal con muchas piedras en el camino, pero narrada y enfocada de manera magistral.