Sinceramente, no sé a qué atenerme con esta película. Me ha dejado absolutamente frío. En todos los sentidos. Es una cinta que falla en todo.
Citando al genial Sheldon Cooper: Orígenes falla como Drama, como Ciencia Ficción y, en definitiva, en todo. Tampoco entiendo muy bien a qué viene el título de la misma. Nos cuentan la historia de un joven biólogo evolutivo que es especialista en el estudio de los ojos. Este chico, racional hasta el extremo, de mentalidad cuadriculada, se niega a aceptar la posibilidad de que existan cosas en el mundo que la Ciencia no pueda explicar.
Según nos relata Orígenes, las personas creyentes se aferran a la idea del Diseño Inteligente porque los ojos no evolucionan ni cambian. Son como las huellas digitales. Todos tenemos unos ojos únicos. No sé de donde se habrán sacado los guionistas esta idea sobre las personas religiosas. Pero el caso es que este científico, Ian Grey (Michael Pitt) se empeña en demostrar que los ojos evolucionan y que puede haber otra persona con órganos oculares idénticos a los de otra, con lo cual, se echarían por tierra las creencias absurdas de las personas de Fe.
- ¿Y qué demonios me han querido contar con esto?
Desde luego, el tratamiento que se da en Orígenes a la figura del científico es estereotipado y además rozando la cutrez. Luego, después de presentarnos este eterno y repetitivo debate entre ciencia y religión que ni siquiera se desarrolla, nos meten en una historia de amor obsesivo y casi fetichista, con los ojos de una chica guapísima todo hay que decirlo, llamada Sofi. Ian se vuelve loco por ella. Poco a poco se va dando cuenta de que ambos no pueden ser más distintos, pues Sofi es una persona mucho más sentimental y además tiene fuertes creencias en lo espiritual y místico. Y el conocer a esta chica trastocará el mundo personal de Ian hasta un punto que él nunca sospecharía.
No puedo revelar más porque encima el argumento del film es susceptible de ser destripado. Pero la cuestión principal aquí es: ¿Y qué demonios me han querido contar con esto? Por lo menos esa es la sensación que este crítico ha tenido al acabar la película.
Puedo agradecer, y de hecho lo hago con muchas ganas, el metraje corto que tiene la cinta. No es plato de buen gusto hablar así de una película, pero es que Orígenes es una de esas pocas muestras que hay de vez en cuando en las que poco hay salvable. Si acaso la fotografía, ciertos momentos que pueden inspirar algo de ternura cuando vemos al bebé de Ian, un pequeñín muy gracioso, pero nada más.
El guión es un enorme vórtice de entropía, donde hay una mezcolanza de ideas ya manidas y que no están desarrolladas. Uno se esfuerza por empatizar con los personajes pero es imposible.
Aunque, también surge una pregunta: ¿Cómo es posible que esta película haya formado parte de un Festival supuestamente serio? Pienso en los espectadores y en el dinero que invertirán en las entradas de cine. Ya saben que son libres de elegir lo que quieran. Porque todo lo dicho hasta ahora no es más que un juicio personal.
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