Ben Affleck busca a su mujer con carteles en las farolas, como una niña a su perrito tras escaparse.
Una pareja hermosa. Parecen perfectos. Él, guapo, y en ella no se ven más que motivos de envidia. Al cerrar con llave su puerta, viven de verdad. Se enfrentan como dos lobos, y la convivencia, digna de anuncio, se torna complicada. Cuando ella desaparece, solo quedan signos de violencia por su casa; todo está patas arriba. Cada vez que encuentran una prueba, parece señalar al marido, y él se vuelca contra su mujer; complicada y calculadora. Todo es observado por el gran hermano de nación, que juzga rápido y no suele perdonar. La historia se vuelve compleja, y no queda más opción que mirar cómo un genio resuelve un complicado puzzle.
Perdida es una obra maestra que perdurará con el paso del tiempo como un clásico. A la hora de criticar una película es fácil desangrarla, pero complicado alabarla sin miramientos. Perdida se merece el mejor trato que se le pueda otorgar.
David Fincher, un realizador que suele ocultar la mitad de su narración en la fotografía, en esta ocasión parece haberse comedido. Así facilita que el resto de las piezas puedan ser más enrevesadas. Los elementos se anticipan de manera clara, pero no evidente. Sin ser tan atrevida en este aspecto como pudo ser La red social por música, fotografía y guion, Perdida gana la batalla por la complejidad de la historia y sus protagonistas. Fincher permite con maestría que sus personajes se muestren realistas y completos. Poco a poco pasan de simples caricaturas a puzzles sin aparente solución. Todos tienen un gran desarrollo y, quizás, en este aspecto el más perjudicado sea Neil Patrick Harris, quien se nos muestra ya en su última fase y no somos capaces de apreciar su evolución, tan solo su resultado.
Ben Affleck no es el actor que más destaca entre el reparto. Más acostumbrado a los palos que a las alabanzas, en esta ocasión cabría echarle un par de flores. Por otro lado, Rosamund Pike se merece un jardín entero. Consiguen realizar trabajos realistas y complejos. Su buscada “antiquímica” es perfecta, y con maestría se vuelven agradables o su contrario para el espectador.
Una actriz que consigue destacar, pese a tener escasa relevancia y evolución, es Carrie Coon. Encargada de dar vida a la hermana de Ben Affleck, es el clavo al que agarrarse ante la duda. Simpática y representante de la razón, regala una gran interpretación de un pequeño papel.
Un guion muy minucioso. Perdida tiene pocos fallos, aparte de los justificables para cualquier película. El libreto es perfecto en su evolución. Se desarrolla de forma lenta y con mucho realismo, tanto en los hechos como en las conversaciones. La responsable es Gillian Flynn, también autora de la novela en que se inspira la película.
Se puede alabar casi cualquier punto de esta cinta. Huele a premios como una pastelería a recuerdos, pero, al usar la memoria, recordamos que Tom Hooper quita el polvo a un Oscar en lugar de David Fincher. Pese a todo, se podría decir dos cosas de la película: primero; puede conseguir premios, pero su premisa parece más bien hacerse un hueco en la historia. Segundo; al terminar la proyección, la sala se quedo quieta. La luz se encendió cuando los créditos aún se deslizaban, pero, pese a estar abarrotada, nadie se movió. Después de cinco segundos un hombre mira y se pone en pie. Tras él, lo hacen otros tantos. Fue como quien se adelanta en un semáforo y sirve de ejemplo a quienes esperaban con él. Lo interesante sería pensar en lo que pasó por las mentes de todos los presentes; algo así como: “¿qué c*%* acabo de ver?” y, “¿puedo repetir?”.