Poco a poco las películas ganadoras de grandes festivales van llegando a nuestras taquillas, en esta ocasión tenemos en bandeja nada más y nada menos que el Premio del Jurado de Cannes de este mismo año.
Mommy el último trabajo del ya apodado «enfant terrible» Xavier Dolan, el joven cineasta lleva a su espalda cinco películas, casi una por año.
Die (Anne Dorval) es una joven viuda que tiene que hacerse cargo de su hijo de 15 años, Steve (Antoine Oliver Pilon), quien sufre trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Ambos intentan convivir en una normalidad que nunca han tenido, por eso el estuvo en un colegio interno. De repente en sus vidas se cuela un rayo de esperanza, Kyla (Suzanne Clément), una nueva vecina, que les vendrá a imponer un cierto equilibrio y una calidad de familia. ¿Durarán los días felices para siempre?
Si algo tiene Mommy y sabe destacar es la dosificación de la intensidad emocional: subidas y bajadas que se extienden a lo largo del metraje para desdramatizar una historia dura, profunda e intensa. Pero todo ello está comprimido, al milímetro por su guionista, en tres personajes que se entrelazan y congenian a la perfección.
Xavier Dolan se está convirtiendo en un experto en reflejar temas algo tabús todavía hoy en día en nuestra sociedad, y plasmarlo como cotidiano llevándolo a la reflexión pero por medio de la comprensión de la dureza de la temática. Trasforma todo en algo más sutil, más veraz y trata de exponer y normalizar todo aquello que algunos quieren crucificar y estigmatizar en los días que corren, en este caso en concreto Mommy trata las enfermedades psiquiátricas y su convivencia diaria.
Pero siempre Dolan sabe desdramatizar lo duro en imágenes, regalándonos grandes momentos de los protagonistas en busca de la felicidad anhelada, en secuencias donde la música cobra un protagonismo mágico e intenso. Pues aquí en Mommy pasar de la sonrisa a la lágrima es fácil y rápido.
Todo el metraje es una pura tensión emocional a flor de piel, pues uno se identifica con cada uno de los protagonistas, pues ninguno está exento de dolor, de necesidad de huir hacia delante, pero siempre con carga positiva y anhelo por ser comprendidos. No es la primera vez que el director utiliza las tensiones materno filiales, pero aquí en Mommy lo trata con tanta sensibilidad que todo es creíble.
Mommy es un drama conmovedor que muestra un histrionismo cinematográfico dulcificado por las interpretaciones. El tema es rotundo, profundo y absorbente durante los 139 minutos que dura el film, y desde luego no apto para aquellos que no quieran ver realidades en pantalla, aunque no estemos hablando de un caso real, la ficción a veces no difiere tanto.
Anne Dorval, Suzanne Clément y Antoine Oliver Pilon ya habían trabajado con anterioridad con el director, Dorval incluso en dos películas, se conocen bien y eso se nota en pantalla. Los tres han sabido plasmar a la perfección lo rompedor que escondía en el guión y lo han trasmitido a la perfección, creando además un tándem perfecto.