Espiga de Plata a la mejor película, Premio FIPRESCI y Premio del jurado joven en la última edición del Festival Internacional de Cine de Valladolid – SEMINCI.
Además de Oso de Plata al mejor guión y Premio del jurado ecuménico en el último Berlin International Film Festival, y estamos hablando de Camino de la Cruz que la semana pasada llegó a nuestras carteleras, avalada por todos estos premios, ahora solo queda que juzgue la taquilla el trabajo del director Dietrich Brüggemann.
María, tiene catorce años, y se encuentra en esa edad dónde quiere avanzar, aprender y relacionarse con todo su entorno, pues las vivencias comienzan a ser diferentes. Su familia se rige por los dictados de un catolicismo muy tradicional y esto hace que su vida se mantenga muy distante a la de sus compañeros, y por ello tiene una lucha interior para saber que está bien y que está mal.
Los catorce pasos del via crusis contados a través de la vida de una pequeña creyente, y sumergida en la más absoluta vida del catolicismo. 14 capítulos con plano fijo, algunos de ellos, tres en plano secuencia, que te absorben durante todo el metraje de Camino de la Cruz, intenso con unos diálogos que no debemos perder de vista, pues no tienen desperdicio y te hacen recapacitar en todas las situaciones que se muestran.
El guión es denso, con diálogos muy profundos que a la vez contienen unas metáforas impresionantes sobre todo el primer capítulo, ese plano fijo de casi veinte minutos, dando pinceladas de lo que los personajes esconden y muestran a través de sus vivencias y día a día con el catolicismo.
¿Camino de la cruz es una crítica o un ensalzamiento del catolicismo extremo?
El director lo ha plasmado de tal manera que queda a la libre interpretación o juicio del espectador, tiene tantas lecturas como uno le quiera dar.
Dietrich Brüggemann ha enfocado el poder de las creencias en todos los ámbitos de la vida, y como repercuten en el desarrollo de la vida, lo que marca e influye en cada paso y en cada situación. No queda exento de reflexión lo tajante, en cuanto a disciplina, puede llegar a ser una creencia y a los límites que pueden llegar los fanatismos y la fe, si se lleva a extremos.
Hay un enfoque reflexivo importante en Camino de la Cruz, y se plantea de manera totalmente abierta para que el espectador decida si está de acuerdo o no con lo que se está viendo. Es dura en contenido, no tanto en forma, las imágenes son impactantes por lo que narran pero están llevadas con esa calma y sosiego que a veces impacta más que un grito.