La película, estrenada en 1969, le sirvió al director para ser nominado al Oscar y a los Globos de Oro como mejor película de habla extranjera.
Crítica de Satyricon (1969).
La Antigua Roma, como nunca antes la habíamos visto representada en el séptimo arte. El carismático director italiano Federico Fellini adapta una obra de la literatura clásica a la gran pantalla. En Satyricon, vemos un carrusel de alegorías y simbologías enmarcadas en una gran fotografía (de lo mejor del filme) sobre esa avaricia desproporcionada y siniestra de los romanos hace siglos, quiénes albergaban grandes riquezas materiales para compensar su vacío y pobreza moral.
Fellini logra que el espectador se siente a ver su obra y quede en muchas ocasiones estupefacto ante lo incomprensible y grotesco que está viendo. Teniendo a la civilización romana (junto a la griega) como una de las cunas de la Humanidad, las Ciencias…etc, es un shock que pudiesen llegar a ser tan diferentes a nosotros y celebrasen ritos completamente extranjeros a nuestras prácticas y costumbres habituales hoy día.
La película, estrenada en 1969, le sirvió a Fellini para ser nominado al Oscar por mejor director y a los Globos de Oro como mejor película de habla extranjera. Irónicamente, justo la película se centra en establecer un lenguaje propio de una tribu bárbara, y precisamente impropio de una cultura teóricamente tan avanzada y disciplinada como la romana. En esa dulce y novedosa ironía planteada reside el interés y el valor del largometraje.