No estamos solo ante una comedia romántica, creo que hay mucho drama intrínseco en todo el metraje.
Crítica de 2 otoños, 3 inviernos.
Hay veces que las películas tienen tantas lecturas como miradas tengan, pero ello también es debido a la forma y contenido que el director le haya querido dar, pues partir de un trabajo imaginativo en narración hace jugar al espectador para montarse distintas historias en la cabeza.
Sébastien Betbeder, director y guionista de 2 otoños, 3 inviernos, ha jugado con la cámara y con los cuatro actores protagonistas, dando un juego interpretativo donde cada uno en un momento dado dentro de su actuación puede estar dialogando con la cámara de tú a tú, o interpretando o ambas cosas.
Arman ha llegado a una etapa de su vida donde quiere cambiar, de momento su pequeño cambio es salir a correr por un parque, en ese hábito que ha cogido una mañana se tropieza torpemente con Amélie una joven que también es habitual del lugar y a partir de ahí, para él todo cambiará, su rutina será volver a encontrarse con ella, pero no lo consigue y ya su vida no tiene no tiene sentido hasta que una noche de vuelta a su casa se la encuentra en una situación embarazosa y Arman acaba en el hospital y a partir de ahí, su amistad crecerá y sus vidas cambiarán. Ambos compartirán vivencias con amigos en común y ya nada volverá a ser como antes
La cámara dependiendo de la situación actúa de confesor, dando rienda suelta a los sentimientos vía relatos en boca de los protagonistas, explayándose en relatos íntimos abriéndose a plano y en frente a corazón abierto, en cierta forma creando un debate sobre los sentimientos y como se enfrenta el ser humano ante distintas situaciones emocionales.
Es curioso cómo Sébastien Betbeder ha tratado la historia, la narrativa, las interpretaciones y todo el conjunto, es particular pero al mismo tiempo pegadizo por la música de fondo que se impregna desde el primer momento, además el hecho de ir mostrando todo por capítulos te hace estar más atento para el desarrollo de la cinta.
Eso sí, no nos podemos quedar con el leve matiz que estamos meramente ante una comedia romántica, creo que hay mucho drama intrínseco en todo el metraje que se deja de soslayo y se solapa con lo liviano y cotidiano, pero que al final también es habitual para poder sacarnos una sonrisa.
2 otoños, 3 inviernos al principio parece que juega con nosotros al despiste por su montaje, pero al final uno se da cuenta que encierra mucho más de lo que una comedia ligera puede contener, hay una definición de la vida y del amor llano y sincero sin florituras que adornen lo necesario para disfrutarlo. Hay una búsqueda interior de cada uno de los personajes y de su personalidad que se plasma en sus relatos y en las situaciones cómicas y las no tanto.