Están de suerte los amantes del cine de animación con la llegada a las pantallas españolas de esta joya, un largo que a buen seguro costará borrar del recuerdo.
La canción del mar no pasa desapercibida, culpa en gran medida a una música original muy bien ambientada que envuelve junto a unos dibujos de trazos sencillos. Este extraordinario trabajo viene de la mano de Toomm Moor que nos trae una película animada para todos los públicos y esto viene a decir que los mayores se van a sentir muy realizados al mostrar a sus hijos otro modelo de cine de animación que seguro se hace con pocos recursos y no es óbice para calar en los corazones de todo aquél que se sumerja en sus maravillosas imágenes, porque es un cine sensible y lleno de tornasoles, donde se nota que se ha puesto todo para conseguir una verdadera obra de arte.
Tomm Moore nos trae a dos hermanos; Ben un niño de diez años un poco cascarrabias y la protagonista Saoirse su hermana de seis que nunca ha articulado palabra, con su mirada cristalina y melancólica cautiva y conmueve a los espectadores de cualquier edad. Los hermanos no tienen madre porque murió al nacer la niña. Estos hermanos viven con su padre taciturno en un faro. Todos sus juegos fluyen en la costa, con todo lo que ello supone. Por eso su padre decide mandarlos a la ciudad con su abuela, una mujer malhumorada. Al llegar a la casa de su abuela Saoirse saca una concha que le dejó su madre, al tocarla unas luces le van indicando el camino de vuelta a su casa y al mar que tanto echan en falta por circunstancias muy interesantes para ellos que tienen que ver con las focas.
La canción del mar es pura magia y luminosidad, poesía mayúscula. Es como una madre al borde de la cama contando un cuento a su hijo antes de irse a dormir. En todo momento nos adentra en un universo propio, con una identidad única, hace especial la esencia de la animación y es capaz de sacar los colores a la gran industria del género.
Este trabajo cinematográfico nos muestra una imagen pesimista y triste que recrea con elegancia el ambiente y clima irlandés. No dejo de sorprenderme, parece que todo está inventado pero siempre hay un record que superar o una vuelta de tuerca que dar, pensando por supuesto en El Viaje de Chihiro o la refinada Azur y Asmar.
La película está llena de matices sublimes, algunos con motivos religiosos, detalles en cada plano que muchos se pierden por la dinámica de la cinta, cada fotograma es un cuadro que hay que admirar con atención. La película goza de talento, fantasía y lo más importante en este tipo de cine orientado a los pequeños de la casa, pone de manifiesto valores primordiales, todo ello regado con una pizca de humor formando una simbiosis perfecta en su conjunto.