La película es en sí en un regalo, de esos que hasta el envoltorio es atrayente.
Cualquiera diría que en este artículo vamos a hablar de una ópera prima, Güeros no parece ni de lejos el primer trabajo en largometraje de Alonso Ruizpalacios, pues la dirección del film está realizado con una gran maestría y elegancia.
En el pasado Festival de San Sebastián consiguió el Premio Horizontes a la Mejor Película, en Berlín 2014, Mejor Ópera Prima, y en la actualidad tiene 12 nominaciones a los Premios Ariel.
Tomás es enviado a vivir con su hermano mayor Sombra, pues la relación con su madre no es muy buena. Sombra vive en un apartamento con su amigo Santos, carecen de lo mínimo para vivir y de hecho no tienen ni luz por falta de pago. Cuando el hermano pequeño llega a sus vidas, les da otra energía y empuje y de hecho comienzan un viaje para rendir homenaje a un músico que el padre de Sombra y Tomás oía, y éste todavía tiene un cinta de él y quiere que se la de dedique. Esta aventura hará aflorar sentimientos escondidos en lo más recóndito del ser de los tres, sobre todo de los hermanos.
La película es en sí en un regalo, de esos que hasta el envoltorio es atrayente, la sinopsis, pero que además cuando lo abres explota en una magia de ilusión hecha imágenes, a veces duras y contundentes pero con tanto sentido que lo que de primeras no parecía tener sentido cobra un rumbo importante para darle todo el aporte emocional a los protagonistas.
Los protagonistas, son como un volcán en plena ebullición, están ardiendo por dentro pero no acaban de explotar, pero cuando lo hace toda la realidad se convierte en palabras, todas esas que antes no se decían, que solo se mostraban con las imágenes y que el espectador tenía que pensar y sopesar.
Güeros de menos a más
Güeros va de menos a más, cobra intensidad a medida que vamos conociendo a los personajes, que se desnudan a cámara con la lentitud que el corazón les marca, y el desasosiego que contienen, que es mucho y además lleva tiempo acumulado.
Contraste de imágenes, calles vacías o llenas, metamorfoseando e interactuando con los personajes que tienen los dos extremos, huecos y opacos o ávidos de ilusión y de vida. El matiz de la imagen en blanco y negra le da textura y semblante necesaria a la historia pues tiene un tono tenue, a veces oscuro y triste con toques nostálgicos que tan bien acompañados están por la música un componente extraordinario que está incrustado en la cinta de una manera excelente dándole una gran relevancia y enfatizando el toque de melancolía que contiene y envuelve al film.
Y sí vuelvo a destacar la música que está integrada casi como un personaje más, marca el rumbo de esta road movie, por momentos, pues el guión gira en torno al encuentro de un cantante, de una referencia en sus vidas y de una ilusión por recuperar.
Güeros contiene la esencia de la vida de hoy en día, un presente que agobia, por un pasado que se anhela pero duele volcándolo en un futuro incierto y visto desde fuera caótico y sin miras.
Los actores, sublimes, mantienen un pulso con la cámara, sus miradas se empotran en ella y la traspasan, cuentan sin hablar. Diálogos breves en la primera parte que son suplidos con la excelencia de la fotografía y lo que muestra. En la segunda parte ya los diálogos avanzan y son más contundentes y enfocan el camino de esos personajes casi sin rumbo.
Además esconde un guiño y crítica irónica a los directores que no tiene desperdicio. Alonso Ruizpalacios ha utilizado la sutileza y plasma en una secuencia lo que podrían decir de su cinta ya de antemano, siendo crítico incluso consigo mismo y con un puntito reflexivo que le hace más atrayente todavía.