Es entretenida porque Francois Ozon mantiene muy bien el suspense del deseo y porque lo barniza de tintes cómicos.
Crítica de Una nueva amiga.
Tenemos prejuicios que afortunadamente se van diluyendo a medida que la sociedad se va haciendo más madura, aun así no se hacen saltos cuantitativos, todo lleva un proceso lento, este tipo de cine ayuda mucho a normalizar situaciones que nos parecen complejas o alejadas de la realidad. De nuevo ese riesgo que asumen los franceses por hacer fácil lo difícil, hacer cotidiano lo extraordinario como una especie de lobby, con el propósito de normalizar a las minorías.
Dos amigas íntimas desde la infancia Laura y Claire crecen y viven una vida sin separarse hasta que la muerte de una de ellas hace que Laura la protagonista se comprometa hacerse cargo de la hija de la difunta Lucie y ayudar a su marido David en la crianza del bebé. Este marido guarda un secreto muy íntimo y que ella descubre, este secreto los va a unir más de lo que ellos imaginaban por razones muy distintas, pero que no se alejan tanto las unas de las otras.
Una película que habla sobre la lealtad llevada al extremo, a lo absurdo
Es una película sobre una crisis de identidad sexual o sobre la lucha interna de una persona sobre su condición o tendencia, no muy claras por parte del que las sufre o del que las comparte o incluso de los familiares que le tienen que apoyar. Este trabajo no incide en esa lucha en particular, es más una película que habla sobre la lealtad llevada al extremo a lo absurdo, pero es ese absurdo la que la hace original y diferente.
Hay una lectura también muy clara en Una nueva amiga sobre el duelo y la pérdida, el afrontar ese vacío que deja el que se marcha, sobre esos recuerdos. Nos traslada a la película italiana Caos Calmo haciéndonos ver como cada persona tiene su manera particular de afrontar la pérdida de un ser querido.
Un cine intimista lleno de sutiles matices que recuerdan al cine erótico francés de los setenta y al nuestro patrio de la escuela e influencias almodovarianas de Tacones lejanos, Carne Trémula o Hablé con ella, presente también en algunas de las escenas, con personajes como Miguel Bosé en Villa Rosa cantando o Gael García Bernal respectivamente, por no hablar de uno de los grandes José Luis López Vázquez protagonista de Mi querida señorita que evoca a este trabajo del director Francois Ozon.
Mi nueva amiga cuenta con dos personajes cálidos y melancólicos que luchan por encontrar un sitio que les resulte cómodo dentro de una sociedad hipócrita. Una lucha entre lo mal llamado perversión e identidad, con un maravilloso tratamiento a un tema tan tabú. Lo prohibido está muy presente en este filme y por lo tanto la mentira.
Es entretenida porque François Ozon mantiene muy bien el suspense del deseo y porque lo barniza de tintes cómicos que la hacen muy fácil de digerir, ingredientes como la atracción, el erotismo, la delicadeza, mucho juego de seducción la hacen verdaderamente interesante. La película tiene una evolución paulatina que se aprecia con claridad en todos los pasos que sus personajes van dando. Las dos grandes actuaciones que nos brindan Anais Demoustier y Romain Duris rodeados de un aurea y un ambiente de la burguesía francesa como ya lo hiciera Wody Allen es sin duda un acicate en la puesta en escena de este trabajo lleno de luminosidad. Destacar el personaje de Virginia que hará las delicias de los cinevidentes. Una pena de final, de todos los barajables no me parece el más acertado.
En general es una película emotiva. Con un claro objetivo, que no es otro que hacer apología sobre el amor, la amistad, el respeto y la tolerancia.