Crítica de A primera vista
Primer largometraje del director brasileño Daniel Ribeiro, y no deja indiferente, te atrapa desde el minuto cero por sus tomas, por sus diálogos, por su tono…
Lo cotidiano es a veces lo mejor para dotar de realidad visual a una película.
Aquí en A primera vista de Daniel Ribeiro, nos relata con gran carisma y delicadez una historia que puede ocurrir a diario en todo el mundo, la adaptación de las personas con una discapacidad y además su búsqueda interior personal, el descubrir adolescente.
Leonardo es ciego, algo que vive con gran normalidad gracias a su amiga Giovana, que es su mirada hacia el mundo exterior. En el instituto el resto de sus compañeros no se lo ponen nada fácil, y su familia se excede en protegerle, por lo que por momentos se vea agobiado en su país y quiera salir de él, pero su edad es todo un impedimento. Todo cambia cuando llega un nuevo compañera Gabriel, agradable y de buen ver, se convertirá en su mejor aliado, pero al mismo tiempo eso hará que Giovana se aleje de él.
El añora dar su primer beso y lo recibe de Gabriel, pero no sabe muy bien cómo reaccionar. Ahora Leonardo tiene sentimientos nuevos y contradictorios que tiene que poner en orden en su vida.
Primer largometraje del director brasileño Daniel Ribeiro, y no deja indiferente desde el primer instante. Te atrapa desde el minuto cero por sus tomas, por sus diálogos, por su tono y su profundidad que se va desvelando lentamente pero de una manera muy inteligente con un guión lleno de matices que con sus giros hace de una historia cotidiana y diaria, algo más que especial, única por su mensaje.
La dignidad como persona es lo que se refleja en el personaje principal, buscando su identidad a la vez que la normalidad en la sociedad con respecto a las incapacidades físicas. Aquí también lo podríamos extrapolar a las emocionales, pues todos tienen la incapacidad de enfrentarse a sus sentimientos de tú a tú y cara a cara, ocultándolo tras los demás y tejiendo así una madeja de personajes que poco a poco se desgrana.
Diálogos cortos y directos en tono seco, puro punto de adolescencia que es lo que se refleja, pero al mismo tiempo con un gran fondo de anhelo de independencia y libertad, queriendo madurar por momentos. Ese tratamiento está muy bien manejado en el guión, también de Daniel Ribeiro, y rebosa sensibilidad a la par de humildad.
Pero aquí se pone en bandeja mucho más que lo que el protagonista busca, enfoca como la sociedad es discriminatoria por sistema, que la familia en sí acaba siéndolo también por su sobreprotección natural ante las vicisitudes y trabas de la madre naturaleza, y que las amistades tambalean por el ansia de egocentrismo de muchos, vamos que mucho fondo alrededor de una historia de búsqueda de identidad sexual y personal.