Crítica de Una dama en París
…trasmite una historia nada convencional sobre el amor y la amistad, tirando los tabúes por la borda y dejando los sentimientos a flor de piel…
Sentimientos como el rencor, la prepotencia, el enganche emocional e incluso la culpabilidad, bajo el manto de la amistad y el amor.
Cada vez es más frecuente que tengamos que esperar en nuestro país a que vengan pequeñas grandes películas que nos regalen grandes actuaciones con gran carga de emotividad contenida en sus protagonistas, Una dama en Paris es una de ellas y viene de la mano del director Ilmar Raag y de las distribuidoras Good Films y La Aventura.
Frida, es una mujer mayor de Estonia que vive sola en Francia, no tiene a nadie de su familia con ella, emigró hace muchos años, y su círculo de amistades se ha visto ya muy mermado por distintas circunstancias. Sólo tiene un amigo que se ocupará de buscar a una persona para que cuide de ella, Anne, de su misma nacionalidad. Ésta persona viene de una pasado difícil y tiene ganas de comenzar también fuera de su país una nueva vida, pero Frida no se lo pondrá fácil desde el primer momento y tendrá que luchar por romper esas barreras que le ponen desde el primer día, por el bien de las dos.
El hecho de que una temática o historia nos recuerde a otras ya vistas no desmerece la película en sí, ya que la trama si es desmenuzada tramo a tramo y protagonista a protagonista contiene vertientes muy diferentes de lo ya visto, solo hay que profundizar un poco en ello.
Aquí en Una dama en Paris no todo se queda en lo superficial y en lo efímero de cada instante, todo tiene un porqué y un para qué, el pasado y el futuro son claves a descifrar con el paso de los minutos y con la fusión de los personajes, cada uno independiente cuenta una narración, pero en conjunto hay una historia complementaria que da sentido a todo y que llena los huecos del contrario.
Silencios evocadores los que se muestran en el film, que cuentan el interior de las personas, las heridas del pasado y el sufrimiento que les ha llevado a esa situación y que lentamente y con el poder que da la confianza se deja fluir y da pistas de por dónde van todos esos sentimientos escondidos en una coraza llamada corazón de hierro.
Una dama en Paris trasmite una historia nada convencional sobre el amor y la amistad, tirando los tabúes por la borda y dejando los sentimientos a flor de piel, sacando la verdad y el feeling natural a relucir en todo momento.
También se dan cabida a muchos más sentimientos como el rencor, la prepotencia, el enganche emocional e incluso la culpabilidad, todos ellos bajo el manto de la amistad y el amor, por momentos sin saber diferenciar algún que otro personaje entre uno u otro, o no querer.
Con la actuación de Jeanne Moreau, uno parece inmerso en una actuación teatral, parece tan real, tan cercana, que la distancia de la pantalla desaparece entre espectador y actor. Una actriz que emana sencillez y elegancia en cada paso, en cada palabra, llenando la pantalla, dando un carisma especial a su papel.