Crítica de La Visita
Recuperaremos parte del estilo de un realizador que enamoró al público con obras tan recordadas como El sexto sentido o El protegido.
Tras los fiascos de Airbender o After Earth, el director de El Sexto sentido recupera parte del estilo que le dió la fama.
Con La visita recuperaremos parte del estilo de un realizador que enamoró al público con obras tan recordadas como El sexto sentido o El protegido. Estamos ante una mezcla de terror, drama y ciertas dosis de humor que en algunos momentos pueden distraer pero que encajan a la perfección en el conjunto.
Shyamalan acierta con la pareja protagonista Olivia DeJonge y Ed Oxenbould, dos actores desconocidos con muy buena pinta. Ambos son dos jóvenes que viajan a casa de sus abuelos para pasar una semana. Algo pasó tiempo atrás entre ellos y su madre que han sido incapaces de averiguar y creen que podrían rodar un documental, cámara en mano, sobre su visita y así de paso reconciliar a la familia.
Pero pronto, las cosas se complicarán cuando descubran lo que ocurre en esa casa a partir de las 21:30 cada noche, una hora a la que irse a dormir siguiendo las estrictas reglas de la pareja de ancianos. Pronto descubrirán el motivo real de estas extrañas normas.
Shyamalan ejerce el oficio del director de cine utilizando la tensión dramática y la puesta en escena en un proceso que seguro será del agrado del espectador empleando con acierto uno de los puntos fuertes de la película el guión que firma él mismo, un libreto donde se mezclan el drama con algunos sustos bastante logrados.
Shyamalan no ha perdido el gusto por las sorpresas finales, en esta ocasión empleando el clásico found footage, sin excesivas secuencias en subjetiva, aunque hay dos momentos sobresalientes que prefiero no desvelar.
El director se reinventa con La Visita, para obsequiarnos con un drama familiar, con algunos sobresaltos y retazos de humor, un acertado giro a su carrera para recuperar, en parte, el respeto del gran público y las alabanzas de la crítica.