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Crítica de El Clan
El Clan es dueño y señor de una factura técnica y actoral impecable, un guión, que pese a su mejorable estructura, tiene más luces que sombras, y una historia dramática acorde.
El director de Leonera, Carancho o El Elefante blanco sumerje al espectador en un viaje al lado más oscuro del ser humano.
El Clan está ambientada en los años 80 en la Argentina de esa década y cuenta la historia real de la familia Puccio, un núcleo familiar con un cabecilla, el patriarca Arquímedes, cabeza pensante de un grupo especializado en secuestros y cobro del rescate. Eso si, cobraban el rescate, pero la desgraciada víctima no regresaba a casa; estas eran ejecutadas, ya que podían reconocer a sus captores.
La película se centra en los cuatro crímenes por los que los miembros de la familia fueron ajusticiados en la vida real, también en el círculo íntimo de los Puccio, de manera particular en la relación filial entre Arquímedes y su hijo Alejandro, quien usaba su fama de jugador de rugby como tapadera principal y nexo con algunos de los secuestrados.
Tras los primeros minutos de metraje de El Clan uno se percata rapidamente del objetivo del realizador argentino Pablo Trapero, oprimir al espectador, agobiar al expectante público con un uso de la cámara cercano, alternando planos secuencia de indudable factura técnica, con incómodas tomas; y una utilización intencionada y muy importante de la banda sonora en busca de mantener el pulso dramático, de alejarse de la narración clásica, de imprimir a la película el sello Trapero.
Cosa que el director en mucho momentos consigue y con solvencia. Pena que el largometraje adolezca de cierta falta de garra, de intensidad en algunas partes del metraje, que impiden a la película alcanzar la perfección.
Respecto al reparto no puedo evitar detenerme en los dos protagonistas principales Guillermo Francella y Peter Lanzani, sin desmerecer las cumplidoras interpretaciones del resto.
Guillermo Francella, un veterano actor acostumbrado al rol cómico, alcanza el nivel interpretativo más alto de la película y quizás de su carrera. Su Arquímedes Puccio intimida tanto como lo hacía Anthony Hopkins en su papel de Hannibal Lecter. Una composición sin fisuras.
En el otro lado de la balanza el casi debutante Peter Lanzani, una revelación que se deja el alma en su papel de Alejandro Puccio. Cierto que comete algunas irregularidades pero nos regala un gran trabajo interpretativo; un papel que seguro le abrirá las puertas de futuros proyectos.
Sin lugar a dudas, El Clan es dueño y señor de una factura técnica y actoral impecable, un guión, que pese a su mejorable estructura, tiene más luces que sombras, y una historia dramática acorde. Pena, cómo hemos dicho antes, a cierta falta de intensidad, sobretodo en su segundo tercio, que nos lleva a tener ciertas dudas, unas dudas disipadas con un desenlace final de primer nivel.
Pablo Trapero, una vez más, no nos decepciona.
