Crítica de Truman
Cesc Gay nos cuenta mucho más que una historia dramática y de amistad, sobre todo el respeto humano y la tolerancia
Javier Cámara y Ricardo Darín tienen una compenetración excelente, la elección de los actores no podría estar más acertada.
En muchas ocasiones el dolor se vuelve enseñanza, pudiendo llegar a paliar todo el conjunto de lo negativo que conlleve ese sentimiento negativo dando paso a valorar simplemente lo positivo y realizar un balance de la vida.
Eso es lo que plasma Cesc Gay en Truman, una historia dura, profunda pero con sentimientos puros de amistad y de respeto, donde la tolerancia y la comprensión son la vía de comunicación entre los personajes protagonistas. Esto y mucho más, pues el director siempre deja pequeñas pinceladas en todas sus conversaciones a las que se puede sacar mucha puntilla y debate, no deja nada al azar, todo tiene una razón y un objetivo directo.
Julián y Tomás van a pasar cuatro días juntos después de muchos años sin verse. En la madurez de sus vidas su amistad se sigue sosteniendo con el paso de los años por el respeto y cariño que se procesan mutuamente, y ahora más que nunca Tomás se lo tendrá que demostrar a Julián, ya que está pasando por un momento muy delicado. Pero no estarán solos esos días, si no que estarán acompañados de Truman el fiel compañero de Julián en su última etapa.
Cesc Gay hace un ejercicio de reflexión ante la muerte y las decisiones a tomar en torno a ella, las deliberaciones que se toman desde el raciocinio y no desde el corazón, aunque a veces se sopese también. En Truman nada queda exento de examen a la lupa del espectador por el filtro del director y actores: la familia, el trabajo, los amigos y el pasado entre otros, son puntos que se diseccionan en el guión con un punto de acidez sarcástica mezclando drama y comedia al mismo tiempo.
Javier Cámara y Ricardo Darín tienen una compenetración excelente, la elección de los actores no podría estar más acertada, sobre todo porque el director ha sabido manejar a la perfección los tonos de ambos y combinar sus venas cómicas en los puntos exactos de la trama. Puede que sea una de las actuaciones más contenidas de Javier Cámara, su papel así lo requiere, y su mirada encaja a la perfección con lo que su personaje esconde detrás de esa mirada perdida que se encuentra con la de Darín y ya toma otro rumbo, la de la orientación, en ese guión que va por partes: impotencia, resignación y finalmente de asimilación de la situación. Bien es verdad que aquí en Truman es Darín quien lleva la batuta en todo momento.
Como decía antes Cesc Gay nos cuenta mucho más que una historia dramática y de amistad, y con pequeños detalles y ráfagas salen a relucir la inmigración, la discriminación social, las adopciones, los problemas sociales actuales, la educación y más. Y como no, sobre todo el respeto humano y la tolerancia, pero aquí pasando también al terreno de los animales, tratados de igual.
Al final uno se queda con la idea de una historia positiva de respeto y concienciación social donde la tolerancia es lo que cuenta, nada de imponer las ideas, escuchar y apoyar a quien lo necesite en su momento.