Crítica de La Juventud (Youth)
Las mejores 2 horas de cine en lo que llevamos de año. Con una sonrisa permanente en la cara que no se borró tras los títulos de crédito
La expectación era máxima, después de hacer una obra maestra del cine (que a buen seguro será reconocida con el tiempo si alguien tiene alguna duda) como es La gran belleza.
La expectación era máxima, después de hacer una obra maestra del cine (que a buen seguro será reconocida con el tiempo si alguien tiene alguna duda) como es La gran belleza.
Sorrentino inevitablemente se enfrenta a las comparaciones, con este último trabajo Youth (La juventud), que no cabe duda que tiene infinidad de ingredientes de La gran belleza, similitudes en la forma, modo e incluso en la propia identidad, pero que no le resta mérito ni le resta grandiosidad, al contrario, se nos plantea la pregunta si de verdad es capaz de superarse, y a mi humilde modo de entender el cine está ahí en el límite de la superación.
Sorrentino vuelve a contarnos una historia desde una óptica de altura, como si de un dron navegando por las almas humanas se tratara, viendo la vida desde un rincón privilegiado y riéndose de los que creen que nunca llegarán a la absoluta decadencia, creyendo que sus cuerpos no se ajarán o se deterioran nunca.
En Youth se habla de la frescura de esa juventud y de la pasión que la acompaña, del privilegio que da la vejez de ver lo que en la juventud ni siquiera se intuye.
Personajes fáunicos de expresiones poco cinematográficas en completa decrepitud se funden con la perfección, el glamur y la tersura de la piel fresca en una fusión coreográfica de simbiosis perfecta, todo ello en un clima de imágenes de una hermosura e impacto extraordinario, con un claro y exquisito gusto por la estética, con numerosas alegorías al arte como deja patente en muchas de las imágenes que adornan el atrezo de las escenas, en el refinado manejo de los silencios y en la banda sonora como cimiento fundamental de la creación de este trabajo.
Sorrentino apuesta de nuevo por la filosofía y la ironía como puntales básicos y sigue empeñado en buscar respuestas de la misma manera que lo hizo en la Gran Belleza a preguntas que parecen sus grandes obsesiones sobre la madurez decadente, hacia donde nos lleva y de qué manera se puede llegar a viejo y aun así ver el futuro o como se puede envejecer con dignidad o sin ella.
Alucinan sus excentricidades casi surrealistas que provocan incluso la risa convirtiendo su trabajo en una comedia agridulce. En la película está lo mejor y lo peor de hacerse viejo pero eso sí…de una manera elegante porque claramente estamos ante la vejez en un contexto glamuroso. Impacta el gran interés por dignificar esa sabiduría que solo da el que ya ha vivido y ha pasado por todo ello.
La Juventud está llena de similitudes con la Gran Belleza como se anunciaba en el encabezamiento, a parte de la fotografía y la música como seña de identidad inequívoca Sorrentina observamos como ejemplo la conversación entre padre e hija llena de reproches como ya sucediera entre Gambardella y su amiga. Sorrentino es meticuloso en sus trabajos con el objetivo de hacer una obra redonda, no solo es un mensaje lo que trasmite la película como bien dice Sorrentino, es más una reflexión sobre la percepción de la libertad, cuando y en qué momento de la vida uno es capaz de ser libre.
Es una película optimista donde los actores expresan sus debilidades y se emocionan, trasmiten con claridad meridiana todo lo que se les pasa por el alma. Sigue la línea de cine crítico pero entre líneas que aun sabe mejor, sin duda algo inteligente y difícil.
Alguien puede decir que no se puede superar a La Gran Belleza, juzguen.