La compañía del ratón Mickey vuelve a adaptar la novela de Kipling, aunque en esta ocasión en imagen real.
Crítica de El Libro de la selva.
El libro de la selva es el libro de Rudyard Kipling más llevado al cine. Muchos son los que se han atrevido a trasladar a la pantalla la historia de un niño criado por los lobos en la jungla. No obstante, dos eran las adaptaciones que se consideraban las mejores hasta este año 2016. La dirigida por Zoltan Korda en 1942 tiene el honor de ser la primera de la novela escrita por el hindú. Aquella versión tomaba solamente cierta inspiración de su fuente literaria para construir una película donde los animales perdían gran parte de su protagonismo en favor de las personas. Aunque vista hoy puede parecer algo kitsch, el filme es recordado especialmente por la estupenda fotografía en color de Lee Garmes y W. Howard Greene, una preciosa banda sonora de Miklós Rózsa, un ecologista mensaje que contraponía la maldad del hombre civilizado frente a la naturaleza y la interpretación de Sabu, un joven intérprete que conoció el éxito con la versión de El ladrón de Bagdad estrenada en 1940.
Casi un cuarto de siglo después, en 1967, la factoría Disney lograba uno de sus mayores éxitos de la década con una versión animada de la obra de Kipling. Wolfgang Reitherman, responsable de 101 dálmatas y Robin Hood, se encargaba de una reinterpretación destinada eminentemente al público infantil que eliminaba gran parte del dramatismo de la novela para transformar su adaptación en una suerte de comedia musical sobre la amistad. Rápidamente se convirtió un clásico que todo el mundo recuerda gracias a números como The Bare Necessities y I Wanna Be Like You, canciones que en España conocimos bajo el título de Busca lo más vital y Quiero ser como tú.
Es precisamente la compañía del ratón Mickey la que ahora vuelve a adaptar la novela de Kipling, aunque en esta ocasión sea en imagen real. La cinta sorprende en el apartado visual donde se ha logrado una perfecta comunión entre los animales y plantas creadas digitalmente y el el actor que encarna al protagonista. Las criaturas de la jungla resultan tan realistas que uno pone en duda que sean poco menos que virtuales. La interacción es también asombrosa, lo que permite que el espectador se zambulla aún más en la historia que nos están contando. Por otra parte, se agradece que el guion se haya trabajado para dar una mayor complejidad a un libreto que explica de forma más clara el enfrentamiento entre el niño humano Mowgli y el tigre de Bengala Shere Khan, un aspecto que en la película de 1967 no estaba suficientemente claro, e intensifica más si cabe el mensaje acerca de la dificultad que tiene el personaje humano para encajar en un mundo de animales.
Hay, además, un evidente buen gusto a la hora de ofrecer una trama más elaborada de lo que parece a simple vista y que trata a su audiencia potencial, el infantil y juvenil, con cierta inteligencia. No obstante, el mayor problema de la película reside en la mezcla de tonos que no siempre logran combinarse armónicamente. El largometraje comienza como si fuera una comedia para ir poco a poco adquiriendo un cariz más oscuro y dramático. Resulta a este respecto un tanto extraño que los fragmentos musicales, uno de los elementos que más claramente vinculan el filme con el dirigido Reitherman, estén incluidos en momentos casi terroríficos, como el pasaje del rey Louie.
Pese a todo, la adaptación de El Libro de la selva de Jon Favreu, actor metido a director al que debemos blockbusters como las dos primeras partes de Iron Man y Cowboys & Aliens, reúne suficientes elementos como para ser considerada una de las mejores adaptaciones del popular libro de Kipling.
Crítica de El libro de la selva de Julio Vallejo.
El libro de la selva
Lo Mejor: Una trama más elaborada que trata a la audiencia infantil y juvenil con inteligencia.
Lo Peor: La mezcla de tonos que no siempre logran combinarse armónicamente.