Tim Burton ofrece una sensible película juvenil de estética gótica y personajes incomprendidos que solamente flaquea en su tramo final.
Los aficionados a los cómics de la editorial Marvel podrán apreciar un curioso parecido entre los protagonistas de El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares, la adaptación de los personajes creados por Ransom Riggs para la literatura, y los habitantes de la Escuela para Jóvenes talentos del Profesor Charles F. Xavier, la guarida de dos supergrupos como los X-Men o Los Nuevos Mutantes.
Al fin y al cabo, los moradores de ambas instituciones son seres con grandes poderes que son temidos por el común de los mortales y, en su mayor parte, individuos incomprendidos y con muchos problemas emocionales. Parece como si se hubiera tomado como inspiración las creaciones de los tebeos para perfilar personajes, pero se hubiera añadido a la receta elementos de terror gótico, una pizca del lirismo siniestro de La parada de los monstruos, el clásico de Tod Browning, y unas dosis de los siempre oportunos viajes en el tiempo.
Crítica de El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares
El resultado es un material de partida bastante propicio para que el director estadounidense Tim Burton lo lleve a la pantalla. El responsable de Ed Wood se encuentra muy cómodo en un universo muy parecido al suyo, ese repleto de individuos sensibles y un tanto marginados, lugares oscuros y un extraño humor. Como siempre en el realizador americano, la película vuelve a destacar por sus geniales decorados, los cuidados vestuarios; la inquietante banda sonora, en la que han trabajado los compositores Michael Higham y Matthew Margeson en sustitución del habitual Danny Elfmann, y una fotografía tenebrosa del francés Bruno Delbonnel, ya presente en filmes previos de cineasta como Sombras tenebrosas o Big eEyes.
Sin embargo, a diferencia de sus largometrajes de la última década, Burton no se queda en el brillante envoltorio y parece bastante más interesado en aquello que cuenta. Se nota especialmente en la dirección de gran parte de los actores. Eva Green brilla como la irónica y estricta tutora de los jóvenes poderosos, pero no menos logrados son los trabajos de Asa Butterfield, que otorga un tono melancólico a ese chico que viaja al particular colegio en el que paso su abuelo pasó sus años de adolescencia, y una delicada Ella Purnell, que aporta delicada fragilidad a la más sensible de los seres que viven en el particular internado.
No obstante, el último tercio desluce un tanto el resultado, aunque no lo invalide totalmente. Como suele ocurrir en tantos blockbusters, una aparatosa y alargada batalla acaba vulgarizando una cinta que hasta ese momento se había caracterizado por su apuesta por la exquisitez y la huida de lo obvio. A este desliz final contribuye un excesivamente histriónico Samuel L. Jackson, en el papel del malvado de la función.
A pesar de esta concesión a lo convencional, El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares supone el regreso del mejor Tim Burton, aquel que ofrecía películas de género que no solamente sorprendían por su deslumbrante estética, sino también por la sensibilidad con la que eran tratados las historias y los personajes.
Crítica de Julio Vallejo Herán