Convencional y un tanto simple secuela de la exitosa The Mechanic.
Simon West, autor de títulos como Con Air (Convictos en el aire) o Tomb Raider: Lara Croft, fue el encargado de realizar en 2011 el remake de Fríamente… sin motivos personales, el largometraje dirigido por Michael Winner en 1972. El cineasta inglés dotó a la nueva versión de ese toque espectacular y esteticista tan habitual en sus trabajos.
Por otra parte, Jason Statham, responsable de dar vida al asesino a sueldo que encarnara Charles Bronson en el original, consiguió inyectar una lacónica tristeza a un personaje aparentemente insensible y frío. Al mismo tiempo, la trama, centrada en la relación de maestro y discípulo entre el mercenario y el hijo de un colega fallecido, otorgaba al conjunto un tono más profundo del que suelen ofrecer este tipo de productos, caracterizados por la simple sucesión de momentos de acción un tanto inverosímiles.
Crítica de The Mechanic: Resurrection
Cinco años después nos llega la secuela, donde repite Statham, pero no su director. El elegido para ese cometido ha sido el alemán Dennis Gansel, firmante de la polémica La ola y de una curiosa cinta de vampiros titulada Somos la noche. El germano ha optado por un estilo más sobrio y menos deudor del esteticismo del videoclip y el spot publicitario que el de West, aunque cuente con un guion bastante menos interesante que su predecesora.
En esta ocasión nos encontramos al célebre a un protagonista que ha dejado su actividad criminal para llevar una vida más o menos tranquila. Sin embargo, un antiguo conocido de la infancia le hará dejar su retiro para que se encargue de liquidar a tres enemigos sin que parezcan verdaderos asesinatos. Si no lo hace o se equivoca matará a la mujer que ha robado el corazón del antiguo mercenario.
La película se convierte en una sucesión de secuencias de acción rodadas con oficio donde la trama amorosa funciona como mero acicate del rol principal. El filme no aburre en ningún momento, pero tampoco resulta memorable. En definitiva, es el típico producto de usar y tirar destinado a un público poco exigente.
Ni siquiera las interpretaciones brillan a gran altura. Statham vuelve a lucir semblante tristón y demuestra que sigue en buena forma física, mientras que Jessica Alba se limita a lucir palmito en el papel de la novia que tiene que ser rescatada por el macho alfa.
No obstante, quizá las peores actuaciones recaigan en Sam Hazeldine, inexpresivo como el malvado principal de la función, y Tommy Lee Jones, que parece no tomarse demasiado en serio su encarnación de un poderoso y rico macarra que se convertirá en uno de los objetivos del protagonista.
Una crítica de Julio Vallejo Herán