Pretenciosa cinta de ciencia-ficción que se interroga acerca de algunas grandes cuestiones de la condición humana, aunque fracase al plasmarlas en pantalla por culpa de un subrayado excesivo y una tendencia a verbalizar demasiado su mensaje.
¿Merece la pena vivir si la mayoría de aquellos a los que queremos han muerto? ¿Hasta cuándo debemos prorrogar nuestra muerte en el caso de no tener autonomía propia? ¿La mortalidad da sentido a nuestra existencia??
Crítica de «Proyecto Lázaro»
Éstas son algunas preguntas que «Proyecto Lázaro», el tercer largometraje como director del canario Mateo Gil, formula durante su metraje. Como ocurre en tantas ocasiones en el arte y en el cine, el problema surge en cómo hacemos llegar esos mensajes al espectador
El realizador, que también ha escrito el libreto, nos cuenta la historia de un publicista aquejado de una enfermedad terminal que decide guardar su cuerpo después de muerto con la intención de que sea revivido en un futuro. Sin embargo, su resurrección, acaecida muchas décadas después de la defunción, no será lo que él esperaba.
En cierta medida, el cineasta español nos ofrece una variante de «Abre los ojos», la película de Alejandro Amenábar donde colaboró como guionista. Allí encontrábamos a un individuo que después de sufrir un accidente que le desfiguraba el rostro y caer en una depresión se despertaba en un mundo donde sus facciones volvían a ser las previas al suceso, aunque su nueva realidad distaba de ser idílica.
No obstante, en esta ocasión, Gil ha optado por un producto más reflexivo que encuentra en sus ansias de trascendencia el gran talón de Aquiles.
El autor de «Nadie conoce a nadie» opta en muchas ocasiones por verbalizar demasiado las cuestiones que plantea, despreciando en cierta manera el poder de las imágenes y subrayando excesivamente lo obvio. Por otra parte, la utilización de esa cámara que se mueve con libertad y pretende captar imágenes poéticas de la naturaleza parece una mala copia del estilo que Terrence Malick, con la ayuda del director de fotografía de Emmanuel Lubezcki, acuñara en la polémica «El árbol de la vida».
El drama existencial del protagonista, que vuelve a la vida en unas condiciones físicas poco satisfactorias y encuentra que todos sus seres queridos han muerto, no va más allá en muchas ocasiones de las sentencias que abundan en los diálogos.
El resultado es una película con excelentes intenciones, pero no tan buenos resultados. Ni siquiera el estupendo trabajo de Oona Chaplin, en el papel de la pareja del protagonista, logra que «Proyecto Lázaro» sea la obra lírica y profunda que pretende.
Crítica de Julio Vallejo Herán.
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