El tour de force interpretativo de James McAvoy y la habilidad de M. Night Shyamalan para crear suspense se imponen sobre un guion con demasiados giros y trampas.
«La visita» supuso un punto y aparte en la carrera de M. Night Shyamalan. El realizador dejaba a un lado los grandes presupuestos y las tramas con ínfulas de trascendencia para abordar una sencilla película found footage que triunfaba dentro de su relativa humildad.
Crítica de «Múltiple»
«Múltiple» resulta más ambiciosa que su anterior aventura en la gran pantalla, aunque volvamos a encontrarnos ante un filme alejado de las grandes superproducciones y apadrinado por Blumhouse, compañía que ha estado detrás de algunos de los éxitos del terror rodado con pocos medios.
El cineasta nos ofrece una variación nada disimilada de «Psicosis», la obra maestra de Alfred Hitchcock. La película sigue los pasos de un tipo de personalidad múltiple que mantuvo una difícil relación con su madre. Eso sí, Kevin, el protagonista de la cinta del estadounidense, va más allá de las dos entidades que habitaban el cuerpo de Norman Bates para convivir en su mente con veintitrés identidades distintas.
Shyamalan ha acertado al escoger a James McAvoy como el malvado de la función. El actor escocés logra imprimir al personaje un halo de malvada fascinación encarnando a los diferentes individuos que anidan en su cerebro. Igualmente acertada es la elección de la inquietante Anya Taylor-Joy, que interpreta a la adolescente que se enfrenta a un asesino con el que tiene más puntos en común de lo que parece a simple vista.
Por otra parte, el realizador pone de manifiesto que conoce de sobra los resortes del suspense al crear tensión en el espacio cerrado donde el psicópata tiene secuestradas a sus tres víctimas.
No obstante, como suele ocurrir gran parte del cine del responsable de «El sexto sentido», el guion se convierte en el punto más débil de este efectivo entretenimiento. El realizador, también autor del libreto, pretende sorprender al espectador en numerosas ocasiones a través de giros que otorgan al conjunto un cariz demasiado rocambolesco.
A ello hay que añadir el exceso de explicaciones psicológicas y la algo egocéntrica inclusión de guiños a su filmografía.
El resultado es una cinta que funciona como perfecto pasatiempo para los amantes de las películas de género, pero que dista de ser un trabajo verdaderamente importante por culpa de un desenlace demasiado efectista.
Shyamalan quiere ir más allá de lo que consiguió Alfred Hitchcock, aunque se queda más cerca de aquel Brian de Palma que trataba de imitar al maestro de suspense y únicamente lograba ser una deficiente fotocopia.
Crítica de Julio Vallejo Herán.
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