Puntuación:
Los Pitufos: La aldea escondida deja mejor sabor de boca que sus predecesoras y eso, junto a su aire ligero y sin pretensiones, su mensaje igualitario y la idea clara de al público al que va destinada, la convierten en una apuesta segura para los más pequeños de la casa.
Estos entrañables seres azules abandonan la mezcla de animación 3D con personajes reales en esta nueva aventura animada dedicada a los más pequeños de la casa.
Allá por 1984 comenzaba su emisión en España una serie de televisión animada que presentaba a unos seres azules y diminutos que vivían en el bosque ocultos a la mirada indiscreta de los seres humanos. Hablamos de Los Pitufos, un pueblo que vivía en paz y armonía, y que sabía sacar jugo a las singularidades de cada uno de sus habitantes, ya fuera torpe, gruñón, filósofo, cotilla, etc…
Con el liderazgo de Papá Pitufo y la única compañía femenina de Pitufina compartían un enemigo en común, el malvado Gargamel, y su gato Azrael, un humano empeñado en atraparlos para extraer sus poderes y convertirse en el mago más poderoso del mundo.
Los Pitufos (2011) y Los Pitufos 2 (2013)
Una animación televisiva, basada en la serie de historietas creada por Peyo en 1958, que estaba dirigida a los más pequeños de la casa y que en 2011 tuvo su adaptación a la gran pantalla combinando imagen real con personajes generados por ordenador.
Su enorme campaña de marketing, hasta el pueblo de Júzcar en Málaga pintó de azul todas sus casas (Todavía sigue así), no pudo disimular el resultado final, Los Pitufos era una cinta familiar más bien mediocre que junto a su secuela en 2013, a la que no salvaba ni el 3D, no rendían el merecido homenaje a una serie que forma parte del imaginario común de varias generaciones.
Los Pitufos: La aldea escondida
Ahora llega una tercera entrega, en esta ocasión completamente animada, que presenta a los Pitufos en una aventura de carácter familiar, que gustará a los más pequeños pero que por desgracia dejará algo indiferentes al resto.
La vida en la aldea de Los Pitufos se desarrolla con normalidad, Torpe sigue tan torpe como siempre, gruñón sigue empeñado en demostrar lo bien que se le da regañar a los demás, filósofo sigue fardando de inteligencia y cotilla continúa curioseando en la vida de los demás.
Pero hay un habitante de esta pacífica comunidad que no encuentra su función en la vida, esta es nuestra querida Pitufina, que intenta hallar su propósito en la aldea y que en demasiadas ocasiones se siente diferente y sola.
Cuando, accidentalmente, Pitufina se encuentra con una criatura parecida a un Pitufo en los límites del Bosque Prohibido, esta, junto a sus amigos fortachón, torpe y filósofo, iniciará una aventura para encontrar una Aldea Perdida y salvar a sus habitantes de las garras del malvado Gargamel.
Crítica de Los Pitufos: La aldea escondida
Los Pitufos: La aldea escondida es una comedia-aventura-infantil que se adentra en los orígenes de los Pitufos, con una nueva e independiente visión de los personajes, más cercana a los seres creados por Peyo en 1958.
De inicio la película es resultona, pero pronto sus gags con algunos de los conocidos personajes, como torpe, gruñón, fortachón o cotilla, dejan cierto sabor a repetido, a poco original, además de no ser en su mayoría excesivamente graciosos.
Pero es recomendable hacer una crítica constructiva y no suspender al conjunto de manera precipitada. Conviene alabar cierta nobleza y sinceridad en la propuesta. Una aventura de marcado carácter infantil, con un guión dedicado a los más pequeños, y esa es una idea que deja clara desde el principio.
Para entretenerles, Los Pitufos: La aldea escondida, no escatima en esfuerzo y se convierte pronto en una aventura de gran ritmo, en ocasiones frenética y alocada, que lleva a nuestros protagonistas a atravesar un imaginativo bosque prohibido perseguidos por su némesis, Gargamel, y sus secuaces, el gato Azrael y una suerte de torpe y poco agraciado buitre.
Esta tercera entrega de Los Pitufos deja mejor sabor de boca que sus predecesoras y eso, junto a su aire ligero y sin pretensiones, su mensaje igualitario y la idea clara de al público al que va destinada, la convierten en una apuesta segura para los más pequeños de la casa.
Crítica de Rafael Calderón Luna.